Vivir en plenitud es algo que suena muy atrayente, y entonces yo me pregunto: ¿cómo se llega allí? Seguramente deberemos elegir vivir en el mundo del “Amor”, en vez de vivir en el mundo del “Miedo”. Vivimos en el mundo del “Amor” cuando nos ocupamos del bienestar de los demás aceptándolos así tal cual son, sin querer cambiarlos, sin criticarlos, procurando comprender la razón de su extraño actuar, o podríamos insinuarles una actitud diferente como posibilidad. El “Amor” es la fuerza unitiva más poderosa de este mundo.
Nuestra personalidad, nuestro ego, puede querer controlar todo nuestro actuar, o puede estar a favor de nuestro crecimiento espiritual. Ver cómo me relaciono con las circunstancias que la vida me presenta para resolver, algunas agradables y otras que rechazo, que siento como obstáculos, límites, presiones, injusticias, ofensas, provocaciones, fracasos y ver si meto solo la puntita del pie (miedo) o me meto con todo, cuerpo y alma (amor) en estos desafíos que la vida me presenta me puede ayudar a distinguir entre dos tipos de personas: las de “personalidades plomo” y las de “personalidades oro”.
A los desafíos les deberíamos dar la bienvenida. Si la Vida nos los presenta, es porque ya estamos capacitados para resolverlos. El otro día escuché esta frase: “Si esto no estuviera ya resolviéndose, no estaría apareciendo” y cuánta razón hay en ello. Aún en las relaciones, cuando nos aparece un conflicto que nos resulta doloroso, hemos de agradecerlo, pues ambos participantes ya están en condiciones de resolverlo y crecer como personas. Agradecer no solo a lo “Alto” que nos lo ha puesto sino también al compañero que sufre y siente tanto dolor como el que estoy sintiendo yo.
Nosotros somos los co-creadores de la realidad en la que vivimos, entonces no nos quejemos, no nos sintamos como dice el dicho popular: “con un mal de ojo”. Hemos de estar muy atentos y repetirnos varias veces: “esto que no me gusta me lo he creado yo misma”. Otros, en esta misma o parecida situación seguramente la sienten, la ven, la piensan y la resuelven diferentemente de lo que hago yo. Y hasta es posible que algunos la agradezcan pues les ha permitido erradicar de su persona eso que ya les molestaba de sí mismos, eso que se habían decidido a no tener más. Entonces, ¿cómo no estar agradecidos?
La “Atención” constante, la “presencia” en todo momento, la “conciencia” haciéndose cargo de cómo vamos resolviendo lo que tenemos entre las manos, son las claves de todo este trabajo. Y sí, es un trabajo agotador, que no se termina nunca, que dura toda la vida, y para el cual muchas veces tengo que buscar quien me ayude, pues sola veo que no puedo. Allí es muy importante buscar al que sabe, a esa persona que despierta mi total confianza, mi cariño y mi agradecimiento.
Hemos de hacer nuestro trabajo sin “des-esperar”, con esperanzas, abriéndonos a lo que nos sea posible. Con aceptación de nosotros mismos, de nuestras dificultades y tendencias instaladas.
Con esperanzas y con Fe. La Fe es el resultado de la comprensión y es algo intransferible e intrasmitible. Nadie puede explicarte lo que es la Fe, uno tiene que sentirla. Poder vivir la Fe necesita de nuestro intelecto y del Conocimiento que es el que restablece el orden de los valores en nuestra vida. Además hace que la personalidad se ponga al servicio del Amor hacia el Ser profundo o Alma.
La esperanza nos pide una paciencia consciente, e implica una entrega a lo posible de mi accionar diario y también una entrega a lo Alto. Para poder vivir la esperanza necesitamos el esfuerzo constante de la Atención, y ese “Anhelo Consciente” que es el que riega, renueva, y alimenta al Alma.
Creer, esperar, amar, son indispensables para la evolución del Ser. Hemos de convertirnos en instrumento de lo Superior. Eso llena de sentido nuestra vida. Solo por sentir esa seguridad de tener una misión, de que estamos acá abajo en este mundo para algo. Necesitamos soltar el control y confiar. Desde la aceptación, la humildad y la confianza surge la esperanza de llegar a ser “Yo Misma” sin pretensiones extrañas.
27 julio, 2020 a las 8:13 pm
Siempre conceptos muy interesantes; amor=plenitud. !
3 agosto, 2020 a las 6:39 pm
Muy sintético Amor=Plenitud, eso lo dice todo
26 julio, 2020 a las 9:57 pm
Diana:
Me gustó. No es fácil comprender, aprender todo, pero lo esencial lo considero valedero. Todo depende de nuestra acción y propósito. Algo de lo que aquí decís, lo tengo en uno de mis cuentos. Lo busco y te lo envío. Felicitaciones y gracias.
Ayudemos a cambiar, mejorar a otros, pero antes hagámoslo cada uno. Besos. Amadeo.
3 agosto, 2020 a las 6:35 pm
Si, Amadeo, la mejor forma de ayudar a que otros sean felices, es con el ejemplo, porque te vean ser feliz a pesar de las cosas que nos ocurren a todos.