He recibido un gran susto y veo cómo algo que afecta mi emoción afecta todo mi ser, tanto la parte física como la mental y también la parte espiritual.
Yo sé que la imaginación es un poderoso recurso que todos tenemos y que puede actuar a nuestro favor o en contra nuestro, dependiendo de cómo la usemos. Y en este caso actuó en mi contra y yo me sentía cada vez más asustada y demasiado sola, sin poder compartir con nadie lo que a mí me había pasado, sin tener quien me diera su opinión del asunto o lo que en mi caso empezaría haciendo. Sí, sé que así como ahora lo escribo para que lo lea alguno de mis “amigos desconocidos”, lo podría haber hecho con alguno de mis hijos pero se ve que estaba demasiado asustada como para razonar coherentemente.
Y también sé que lo que me había pasado podría haber sido algo mucho peor. Porque el susto no fue porque le hubiera pasado algo grave a alguien de mi familia, o de mis seres queridos, ni porque a mi me diagnosticaran una enfermedad terminal, ni porque hubieran entrado a robar a mi casa y yo encontrara todo revuelto y tirado por doquier como le había pasado a una de mis hijas…
No, no, el susto fue porque perdí mi billetera con todos mis documentos, carnets, y credenciales (de mi cuenta bancaria, de la obra social, de…, de…, de…, ni sé cuántos son, y tendría que hacer tanto trámite para recuperar todo eso. Allí residía el gran susto, mi gran dolor no era físico, venía de mi forma de ver las cosas, pero parece que no estaba pudiendo verla diferente a pesar de que yo me decía: “Lo que es, ya es, y no te queda otra cosa mi querida Dianita, más que aceptarlo”.
No podía dejar de pensar en las colas y esperas, que tendría que hacer, en todo ese “tiempo perdido para mi disfrute de la vida”. Y sí, sigo comprendiendo que todo lo que nos ocurre viene para nuestro crecimiento como personas. Que esto de no perder tiempo de vida es prioritario para mí. Y entonces me pregunto: ¿Con esto de perder mi billetera que he aprendido? 1) – Que nunca he de perder las esperanzas, que lo que se pierde siempre puede aparecer… y 2) – Que puedo pensar cómo fueron mis últimos movimientos con la billetera y salir a buscarla. Y eso hice. Y pensé y busqué por acá y por allá y otra vez, por allá y por acá y al final la encontré, y aún no me lo puedo creer. Y la sonrisa se instaló en mi cara, y pareciera que decidió quedarse allí para siempre.
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