¿Conoces las chirivías, los tomatillos, y el topinambur? Son todos posibles integrantes de tu huerta, fáciles de cultivar, muy nutritivos y hasta con propiedades medicinales. A medida que más los uso, más los aprecio y más me interesan.
El año pasado decidí envasar al vacío los “tomates verdes” que ya no estaba pudiendo consumir frescos por ser mucha la cosecha. Además se daban junto a los tomates rojos: los cherry, los redondos, y los peritas… Concentré hirviéndolos a fuego lento, hasta reducirlos a la mitad de su volumen y recién allí los envasé ocupando así menos frascos y menos espacio de almacenaje.
Se me ocurrió probar con uno o dos frascos, envasando una mezcla de 50% de pasta de chirivías, y 50% de condensado de tomatillos verdes. Este año, ahora, en esta semana, todo se fue dando para que yo degustara algo sorprendente. Dado que estoy comiendo con muy poca sal, casi nada, a veces encuentro que le falta sabor a lo que he cocinado. El limón en ensaladas suplía bastante bien la ausencia de la sal. ¿Pero cómo mejorar el sabor de cereales, sopas, y guisados?
Abrí uno de esos frascos de prueba, y me encontré con la solución: resultó ser como una especie de mayonesa que parecía ya tener incorporada su sal naturalmente, con la acidez del tomatillo, y la consistencia cremosa y dulzona de la chirivía. Casi podría asegurar que ¡iba muy bien con todo! Y te debes estar preguntando: ¿que son las chirivías?: son raíces parientes de las zanahorias, de mayor tamaño. Llegué a cosechar algunas de hasta 50 cm. de largo. Pero he leído que pueden alcanzar hasta dos metros en tierras muy ricas y sueltas.
Se me iba pasando la época del trasplante de todo aquello que en setiembre y octubre sembrara en el invernadero. El tiempo seguía muy frío y lluvioso. Hasta que por fin tuvimos un día nublado y templado, sin agua cayendo, y trasplanté todo lo que pude. Me faltaban aún los zapallos. Tenía que hacerles lugar pues los topinambur del año pasado estaban invadiendo lugares que no les correspondía. Empecé a sacar esas plantas incipientes que molestaban y ¡Oh sorpresa!, había una buena papa debajo de cada brote, y así coseché quizás unos dos kilos. Con cuatro papines de esos tenía una buena porción, los herví y me los comí con esa crema de chirivías y tomatillos. ¡Gran descubrimiento!
Luego investigué sobre sus propiedades nutritivas y medicinales, y seguí sin entender porqué no se conocen en general estas verduras en nuestro país, donde tanta gente pasa hambre. ¡Anímate a probar con la quinta y la cocina!
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