Del tipo que el trabajo sea; elegido por vos mismo, o impuesto por otro, que lo haces con gusto o que no es lo que te gustas hacer, igualmente si sonríes al hacerlo, puedes llegar a sentir que lo disfrutas, te divierte, o te entretiene. Podría ser que no te guste hacerlo, pero lo haces pues es lo único que has conseguido, y de eso depende tu supervivencia. Entonces no te sientas una víctima, no te ayudaría quejarte de tu mala suerte, si te sonríes, puedes disfrutar de ese presente y del hecho de haber conseguido ese trabajo que te permite comer. Ya no piensas en el resultado de lo que haces, sino que disfrutas de ese presente al hacerlo. No te estás yendo ni al pasado ni al futuro sino que disfrutas del aquí ahora.
¿Y por qué digo que es mejor sonreír? Porque para sonreír tienes que estar contento, alegre, y conforme contigo mismo, te valoras por lo que eres y por lo que haces, sientes cariño por ti mismo, en síntesis te amas y recién cuando uno se ama a si mismo puede aprender a amar a toda persona con la que se contacte, haga lo que haga esa persona, sea como sea, pues todos como humanos que somos en algo nos parecemos, bajamos a este mundo con misiones muy parecidas y podemos nutrirnos mutuamente.
Para que todo esto que me surge decir acá se entienda mejor voy a contarles queridos amigos, una vivencia personal de esta mañana y casi de todas las mañanas de este otoño bastante raro y fresco. Yo me he comprometido conmigo misma a hacer una práctica de caminatas de siete vueltas de un recorrido acá, muy cerquita de mi vivienda. Esto hace que insuma unos 35 minutos de los cuales unos 10 minutos lo uso para hacer siete descansos sentada, cada vez que termino una vuelta completa.
Resulta que para salir de mi casa allí nomás tengo una subida considerable con algunos escaloncitos muy pintorescos hechos de troncos y el asiento para descansar al llegar a la parte más plana. Allí, ya sentada, comienzo a ver todo mi cuestionamiento mental: “Hoy está muy frío, tengo los dedos helados por más guantes y todo el abrigo que tenga puestos, me puedo resfriar y eso no es lo que quisiera, no es saludable, y un día que no camine no pasará nada…”
Pero hay otra voz, más consciente, que yo llamo la voz del “Alma” que me dice: – “Hoy no está más frío que todos estos días, y si bien vuelves con los dedos de las manos helados, hasta el punto que te cuesta moverlos, que te duelen, sabes que al volver con hacer algo con agua caliente ya recuperas tu temperatura”. “Además hace mucho, mucho tiempo que no te resfrías, lo que significa que este frío a tu sistema inmunológico no lo afecta”. Entonces ya más descansada me levanto, agarro mis dos bastones y una vez que empecé a caminar me sonrío, ya no me siento una desgraciada, hasta puedo decir que me divierte esta rutina de quejas mudas, que no se escuchan, pero que quien está atento a todos sus sentires, sabe que esto se repite y entonces acepta la conducción de su “Ser profundo”.
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