Eres a la vez el conductor (encarnado en un coche) y el coche (lo físico, mental, emocional; que un día terminará su función acá en la tierra) Es así de sencillo. El conductor es eterno, nunca nació, nunca murió, y en repetidas encarnaciones se va transformando, mientras va adquiriendo más experiencias. Somos a la vez el conductor con una especie de extensión en un coche que nos sirve para movernos, para dejar de alguna manera asentado con obras nuestro paso por la Tierra. En ese ir y venir entre sentirnos el conductor o sentirnos el coche nos pasamos vaya a saber cuántas encarnaciones.
Algunos viven la Vida identificados con el conductor, y otros la viven identificados con el coche. Entre medio hay muchas opciones. ¿En qué grupo estás tú? Hay mucha diferencia entre estos dos tipos de vida, los que se sienten el conductor, conocen lo que es la verdadera libertad por carecer de miedos, porque se saben “Infinitos, Divinos y Eternos”.
La ausencia de miedo les permite confiar en la vida, pueden decir: “Yo soy la Vida y a mi corazón le interesa el “Cómo” estoy viviendo cada una de las experiencias que se me van presentando, le interesa ver qué puede aprender y en qué puede contribuir con cada una de ellas para el bien común”.
Si como conductor somos pura conciencia reflejamos como un buen espejo el “CÓMO” estamos viviendo cada una de nuestras experiencias “sin emitir ninguna opinión al respecto”, sólo reflejando. Sin ataduras, sin apego a lo que ocurre en nuestro entorno. Y eso es muy importante, algo para recordarlo. Estamos aquí en este plano para vivir una experiencia que se desarrolla en el TIEMPO-ESPACIO de este planeta
Cuando nos identificamos con nuestra herramienta, con ser el coche, o sea cuando nos dormimos, buscaremos siempre la seguridad porque nos sentiremos inseguros. Allí la mente será el sistema operativo, y estará siempre emitiendo juicios, culpando, opinando, aconsejando. El miedo básico es el miedo a la muerte, que se extiende en miedo a la vida, en estar siempre preocupados por lo “QUÉ” puede pasarnos. Eso justamente no es vivir la vida, es sobrevivirla. Las características del Ego son justamente las contrarias a la del conductor: No conoce la libertad, vive la vida con desconfianza, cree siempre tener la razón, y tiene mucho miedo. Con el fin de asegurarse atesora, quiere tener más y más, nada le es suficiente.
Cuando olvidamos que somos el conductor del coche, la “Mente” al quedarse sin conductor, enciende su “Piloto automático”, el “Ego”. Nos está haciendo un servicio al tomar las riendas de este caballo que ha quedado sin quien lo dirija. No queramos eliminar al Ego, es nuestro servidor. Cuando volvemos al mando consciente de nuestro coche, el “Ego” se retirará y se dejará conducir. Todos podemos llegar a conocer personas cuya mente ya está puesta al servicio del Ser, de la conciencia.
Libertad es la ausencia de miedos, y Justicia es el respeto a los procesos evolutivos de cada persona, (poder ponerse en el lugar del otro). Con todo el respeto que se merece la evolución de cada ser; no emitimos juicios, ni opiniones. Nosotros simplemente observamos lo que sentimos al respecto, y a veces optamos de la manera más consciente posible por ayudar en ese proceso que puede ser dificultoso. Y ¿cómo ayudamos?, únicamente con el “ejemplo” de cómo vivimos situaciones similares.
La sociedad que ahora tenemos es un producto nuestro, la forjamos entre todos, por nuestra forma de vida en esta y en anteriores encarnaciones, y nuestra contribución en emociones y acciones realizadas ya está en el actual campo mórfico. En la medida que más personas vayamos viviendo en coherencia con un actuar consciente, iremos plasmando una nueva realidad. Es así de simple, sin luchas ni violencias ni resentimientos la nueva realidad irá desplazando a la anterior.
Lo que poseemos nos posee, así que vayamos liberando nuestra agenda, y también la de nuestros niños escolares o adolescentes, pues ya les estamos enseñando a correr siempre para alcanzar con todo lo que se han comprometido. Están bajo el dominio del ego. Enseñemos con nuestro ejemplo a que les sobre tiempo para pensar, para sentir, para decidir lo que realmente prefieren hacer.
Quien “se endeuda”, quien “toma un crédito”, ya no es libre, ya no tiene capacidad de vivir en coherencia con lo que realmente quiere hacer. Ha quedado prisionero del sistema capitalista. También el “trabajo” nos esclaviza, y el “ahorro” pertenece al plano del ego, al deseo de poseer. Si nos sobra, compartámoslo con aquéllos a quienes les falta. Cuando damos uno, la vida nos devuelve dos.
Nosotros ya somos multidimensionales, en nosotros están todas las dimensiones. El ego es el que quiere ascender, subir de vibración. Nosotros ya estamos aquí para “vivir el cielo en la tierra”. Ya estamos iluminados, y la iluminación consiste justamente en vivir esta vida sin pretensiones de poseer ninguna cosa, con amor, con disfrute, junto a tus seres queridos, de una manera sencilla. Estamos en este banquete para saborear todo su menú, lo salado, lo dulce, lo picante, la repostería, las golosinas, etc. etc.
En la Creación nada sobra ni falta, todo tiene su razón y su para qué, su sentido profundo. Nosotros nacimos en el silencio, y el lenguaje lo inventamos después. Es una herramienta, que pertenece a nuestro plano físico, mental y emocional, a nuestro coche. Sin embargo cuando un grupo de personas se mantienen en silencio, todos empiezan a sentirse incómodos, quieren llenar ese silencio con palabras.
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