Necesito estar atenta a las intervenciones del ego, que puede jugar en contra o a favor de mi felicidad según cuán alineada yo esté. Este ego es un gran auxiliar, muy dependiente, siempre dispuesto a ser útil al “YO” que lo comande: la “mente pequeña” o la “cabeza”; la “GRAN MENTE”, lo “ALTO”; el “SER”, el “corazón”, el “sentimiento”, pues todo eso son vibraciones energéticas. Todo eso, en esencia, es lo que todos somos: ¡PURAS VIBRACIONES!
A través de vibraciones nos comunicamos y es eso lo que es tan fluctuante, lo que depende de nuestra actitud, lo que nos resulta tan difícil mantener estable, quieto. En esos minutos o segundos de mantener estable, de “NO HACER NADA”, DE PURO SILENCIO, o de “MEDITAR” es cuando puedo experimentar lo que es la verdadera felicidad. Esa felicidad que no depende de lo que pase afuera, sino que depende de lo que está pasando dentro, en lo profundo.
Dado que la actitud es algo muy fluctuante, si quiero conocer que tipo de actitudes predominan en mí, he de enfocarla muy bien con mi atención, ponerle el zoom, (las vibraciones más finas) que me permitirán ver mejor lo que quizás antes no aparecía, o solamente se insinuaba.
Tengamos en cuenta que el control sobre los sentidos y sobre la mente transforma la calidad del fuego interior. Los sentidos son como el fuego y todos sabemos que algunos fuegos contaminan y otros purifican. Los sentidos comprometidos con la bondad crean luz y fragancia, pero si lo están con la impureza, con la mentira, producirán humo y oscuridad.
El deseo siempre es mañana, nunca ahora, y la alegría es siempre ahora, nunca es mañana. Cuando me siento feliz, estoy plena. Eso es algo que viene de dentro mio, de lo más profundo; ¿cómo podría allí surgir un deseo si me siento plena? Los deseos sensoriales, generan un tipo de vibración que nunca puede conducir a la felicidad, por eso decimos que es “maya”, ilusión. Hay deseos de otra dimensión, que se generan en lo profundo de uno mismo al buscar otra profundidad en el amor, en la relación y en la felicidad humana, sabiendo que no lo busco sólo para mí misma, sino para poder compartirlo con todos. Las prácticas espirituales, sentir devoción, elevan las vibraciones, que así mantienen su pureza. .
La meta de todos nuestros deseos es ¡lograr la felicidad!, Nadie desea ser infeliz. Cuando el ego, se canse de correr de un lado al otro, quizás llegue a darse cuenta que los deseos sensoriales son lo que le impiden ser feliz. Si tengo sed, deseo tomar agua, pero si no hay sed, no deseo agua. Deseo eso que me falta. Cuando deseamos la verdad, el resto de los deseos se disuelven y lo que permanece es pura dicha. Muchas cosas que escucho veo o recuerdo pueden disparar mis deseos. Hay deseos inconscientes, otros conscientes, los dispara el “destino”, o el “Universo”, dado que allá, ya cada uno, tenemos asignado una misión, un rol que jugar. Deseo hacerlo pero al no conocer su razón, a veces, puede no tener una lógica para mí.
Dado que los deseos surgen sin pedirnos permiso, tal como entrego la entrada comprada para poder ver la película, así he de entregar mis deseos a lo ALTO. Para así poder sentirme libre, Divina, que pertenezco al Universo, que nada me falta, que nada deseo. Sé que todas nuestras penurias rondan en torno a “Yo, yo, yo…” Deseo esto, quiero aquello, no me gusta esto otro” ¡Dejo ir todo eso! A medida que me desprenda de ellos, surgirán cada vez menos. Algunos deseos son satisfechos enseguida, otros nunca. Otros se cumplen a largo plazo, cuando ya no los espero y de una manera sorpresiva. Hay personas que no tienen deseos pues se sienten bien con la vida que tienen. Pueden responder de acuerdo a su sentir, a todo lo que les aparezca, y se alegran (aun cuando haya mucho dolor), por encontrarle un sentido de aprendizaje, enseñanza o desarrollo.
Otras ayudas para mantenerme alineada: Estar consciente de la respiración, sonreír, deleitarme, y maravillarme ante todo lo que existe, “eso es silencio”. La acción hecha a través de uno, sin el hacedor, que no se publica, y sentir que todos somos UNO estando entre muchos “es signo de sabiduría”. Cuando conozco la vida, adquiero confianza, y el recordar que lo único seguro es que todos moriremos, me permite vivir el momento presente sin anhelos ni aversiones, sin MIEDOS, centrada, y en calma.
Y concluyo al sentir que todo lo que ocurre está perfecto, pues tiene un sentido específico de enseñanza y evolución humana, que muchas veces no alcanzo a ver. Cada vez deberíamos enfocarlo bien, ponerle el zoom y preguntarnos: “Esto, que nunca elegiría vivir, ¿por qué llegará a mi vida en este momento, y qué puedo aprender de él?”
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