Está la salud física y también está la salud emocional y ambas se influyen mutuamente, por eso nos dicen que no sólo debemos cuidar lo que comemos sino cuidar con qué emociones nos entretenemos, con qué alimentamos nuestra mente, ya que nuestros sentimientos, positivos o negativos, dependen de nuestra mente.
Las emociones humanas no sólo crean un campo de energía en todo el entorno, sino que afectan también, a otros seres vivos, de tal manera que me asombró saber que afectan en un radio increíble según sea el número de personas que están sintiendo, o están centradas en lo mismo. Los estudios científicos ahora lo demuestran, y también que no es la mente el centro principal de lo que nos ocurra, como siempre creímos, sino que es el corazón afectado por nuestras emociones y sentimientos. Pero encaremos primero nuestra salud física, pues seguramente hay muchas cosas que no sabemos, y que cuando las encontramos bien explicadas, nos gusta poder compartir.
En el caso de debilidades cardio-vasculares que provocan el “síndrome de esfuerzo” es el corazón el que no compensa en forma adecuada el creciente metabolismo que se da en la excitación y’ la acrecentada actividad muscular. Esa falta de adecuación se hace evidente en particular cuando está alterado el equilibrio de la tiroides. Cualquier médico confirmará dos hechos: primero, la facilidad con que algunos sufren ataques de ansiedad, (tasa de metabolismo básico acrecentada) y la relativa inmunidad de otros, frente a estímulos semejantes, (tasa de metabolismo básico disminuida).
El metabolismo básico, es un proceso químico que se realiza dentro de nuestro organismo y produce condiciones vitales para nuestra existencia, por ejemplo, calor. A este respecto el organismo se comporta exactamente como una máquina de combustión. Una estufa, para arder y generar calor, requiere dos tipos de combustible: oxígeno y componentes de carbón. Por lo general pensamos sólo en el segundo (el carbón o la madera) y olvidamos el otro combustible (el aire) del que podemos disponer sin costo. Una estufa no puede arder si no tiene suficiente combustible sólido o si carece de la cantidad necesaria de aire. Las substancias en el cuerpo humano se queman en los tejidos. El combustible-carbón es nuestro alimento, que ha sido licuado por medio de un complicado proceso de asimilación.
Un ejemplo de metabolismo acrecentado es el de la “excitación”, que se da a través de una combustión acrecentada. Son los corpúsculos rojos de la sangre los que llevan el oxígeno a los tejidos que ahora tienen una mayor necesidad de combustible líquido y de oxígeno. La bomba -el corazón- debe acelerar y los vasos sanguíneos deben ensancharse para hacer frente a la mayor corriente sanguínea, ya que, fisiológicamente resulta imposible a cada uno de los corpúsculos sanguíneos llevar más oxígeno. Los pulmones deben entonces satisfacer esta mayor exigencia de oxígeno intensificando la respiración, ya sea respirando más rápido, o aumentando el volumen de cada respiración, o de ambas formas. Hace un rato, en mi caminata de la tarde, si bien iba con el paso medido, pude comprobar cómo mi cuerpo me avisaba, con agitación y cansancio, que corazón y pulmones estaban muy exigidos y allí opté por sentarme unos minutos.
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