Cuando juzgamos o etiquetamos a las personas, nuestro comportamiento ya comenzó a alterarse. No debemos permitir que nuestra vibración se vuelva negativa. Yo veo que la desconfianza y la sospecha ya están sembradas en mí. Esas son semillas de negatividad que llevo en contra de los demás, y lo que está sembrado, empuja por salir en la primera oportunidad que se le presenta, siento que eso me rigidiza y veo que llega a absorberme totalmente, y sin que me  dé cuenta.

Estoy buscando un ejemplo reciente, de cuando me sentí así en tensión, (o sea que comencé a vibrar negativamente), y lo acabo de encontrar: Habían venido gente vecina, a decirme lo que pasaba con nuestro canal vecinal del agua, les agradecí, y les dije que si querían lechuga, que cortaran la que desearan pues yo no la alcanzaba a consumir, les di una bolsita para que la pusieran y nos despedimos, y allí surgió la desconfianza: ¿y si se llevan otra cosa?, una herramienta quizás… 

Para elevarnos por encima de la negatividad, necesitamos desarrollar nuestra conciencia y para empezar, hagamos estas cuatro preguntas: 1) – ¿Siento que necesito que me traten mejor?; 2) – ¿Critico, culpo u odio a alguien?;  3) – ¿La gente siente una sensación de paz y calma en mi presencia?; 4) – ¿Presto atención a cosas nada importantes? ¡Todo esto le está causando causa mucho daño y estrés a mi cerebro! De nada me sirve mantener mi mente tan tensa y perturbada.

Nuestro derecho como seres humanos es pertenecer a una sociedad libre de violencia, a tener un cuerpo libre de enfermedades, una mente libre de confusión, un intelecto libre de inhibiciones, una memoria libre de traumas, un alma libre de tristeza, y esto se puede dar sólo si ya sabemos que somos una mínima partecita de la Conciencia Divina. Si uno se conecta con esa energía Divina, y entrega sus deseos, se centra dentro de uno mismo, amanece una gran fuerza, una verdadera fuerza.

Ahora recién comprendo que uno puede ser todo el tiempo feliz, y estar a gusto consigo mismo y con todos los que le rodean, y con el lugar y las condiciones en que vive. Meditar, estando en el mayor silencio posible, me resulta muy útil en muchas formas. Compruebo que una nueva dimensión comenzó a abrirse en mí, y de repente descubrí que todo eso que nos restringía: la identidad, el cuerpo, las ideas y hasta muchas formas de pensar, simplemente han desaparecido.

Poder reconocer que «esto no lo sé”, sería el símbolo de la situación en la que vemos la vida con completa aceptación y dedicación, sin tantas suposiciones, pensamientos y expectativas. Esta frase simple e inocente no son solo palabras, sino una profunda filosofía de vida. Cuando decimos, «No lo sé», llegamos al lugar dentro de nosotros mismos, donde termina el ego. En este estado la mente está puesta en el “momento presente”, libre de todos los prejuicios y argumentos.