Reflexiones sobre la muerte
(Después de haber leído textos sobre experiencias cercanas a la muerte)
Reflexionar sobre la propia muerte nos ayuda a vivir mejor. Haríamos bien en tenerlo presente en forma cotidiana. Dicen que Butan es el país donde la gente es más feliz. ¿Y de qué depende eso? Independientemente de la religión que profesen, ellos dedican 5 minutos o más, una vez al día o a la semana, o cuando se acuerdan a pensar sobre la propia muerte: “Si en este momento me muriera, ¿Cómo me iría?”
Cuando morimos, lo que comprobamos que ha muerto es el cuerpo físico, pero ¿Qué es el cuerpo etérico del que hablan las tradiciones orientales? Es el molde o armazón energético sobre el que ha sido realizado ese cuerpo físico. Sería el plano del rompecabezas que somos nosotros. Cuando salimos a dar un paseo a la naturaleza, al volver nos sentimos mejor que al salir debido que al estar rodeados de tanta vida, esa potencia de vida, ese Prana, esa energía, es captada por el cuerpo etérico o doble corpóreo, menos denso que el físico. Los chakras serían los puntos por donde el cuerpo etérico le pasa la energía al físico. Las “experiencias cercanas a la muerte” se explican porque ocurren cuando el cuerpo ha perdido ya sus signos de vitalidad, pero la conexión energética entre el etérico y los chakras sigue activa.
¿Qué le pasa al cuerpo etérico cuando el cuerpo físico ya murió? Según dicen los videntes dura entre 2 y 4 días, mientras se va disolviendo, y siempre queda cerca de donde ha sido enterrado o incinerado el cuerpo físico, de allí su nombre de “doble corpóreo”.
Y si bien las emociones y la mente están muy relacionadas al cuerpo físico, son ámbitos separados, y en un momento determinado uno puede distinguir las tres partes: el cuerpo físico que está subiendo una cuesta, la actitud emocional de sentirme victoriosa porque me estoy aproximando a la meta, y la actitud mental que me mantiene muy atenta a que no esfuerce en demasía al corazón. Y va además intercalando con otros pensamientos de todo tipo.
¿Qué es el tránsito? Es ese trayecto que hay entre la vida en el plano físico, y la vida en el plano de luz. ¿Y qué ocurre con el ámbito emocional y el mental?, ¿También se disolverán?, ¿Y en qué tiempo? El objeto del tránsito es que el conductor, (lo que tú eres) se despoje de todo lo que tú no eres, (el coche) para llegar a la otra orilla. En el ámbito cristiano al tránsito se le llama el “purgatorio” y hasta que el conductor no se haya liberado de todo lo que necesitó para la vida en este plano, no podrá acceder al plano de Luz, tiene que purgarse, limpiarse antes de todo, (lo que “arriba” no le será necesario).
El tiempo que esa disolución tarde depende de la consistencia o densidad del mundo emocional y del mental. Hay mundos emocionales muy cargados, pesados, y los hay ligeros, sin casi apegos, livianos, y lo mismo podemos decir de los ámbitos mentales, muy cargados o ligeros, y livianísimos.
Agrego acá mi vivencia al respecto. – “Hoy es domingo. Estoy caminando subiendo la cuesta, acá en el barrio y recuerdo la tarea que me ha propuesto mi amiga: Mantén la quietud y escucha todo lo posible lo que digan tu cuerpo y tu mente. Aunque mi cuerpo se está moviendo yo puedo conservar una quietud interna, un silencio, una presencia, una atención, que la siento necesaria para poder escuchar lo que digan mi cuerpo y mi mente.
Decido que ese será mi foco de trabajo, pero resulta que me dura muy poco… porque entran pensamientos que nada tienen que ver con el presente que vivo, allí perdí mi foco pero también entran mensajes del cuerpo y de la mente pequeña, “egoicos”, o de la “Mente Grande o abstracta” que está al servicio del Ser. Quiero poder reconocer quien es el productor de cada calidad de mensaje. Voy a enumerar sólo uno de cada tipo de los que encontré: (1) – “Egoicos” Pasa una camioneta sin disminuir para nada su velocidad de subida, la tierra me cubre y me viene un juicio, una crítica: “!qué desconsiderado!”, cuando también podría haber pensado: (2) – “quizás tiene un problema del motor y si disminuyera la marcha, no podría subir”, o “quizás es un médico y tiene una urgencia que atender”. En las dos últimas posibilidades, al no haber juicio pasan a ser pensamientos al servicio de la Mente Grande, el Uno o el Alma. (3) – “los mensajes del cuerpo” al que le estaba pidiendo un esfuerzo, me eran muy fácil de distinguir: Pará un ratito para descansar,… o acá puedes subir más despacio… y también hay mensajes egoicos basados en el esfuerzo corporal de entrenamiento que estoy haciendo, y esos dicen algo así: Me encantaría que pase fulano y vea donde yo me entreno…
Respeto y amor para el que está en el tránsito sin darse cuenta que ya ha muerto. (49 días?) algunos se dan cuenta, lo aceptan, acá estoy bien, y no quieren volver. Otros no lo aceptan. El tiempo que pasemos desencarnados en el tránsito (allá no existe el tiempo, o por lo menos no a la velocidad de acá) será en consonancia con como hayamos estado viviendo. Y dependiendo de cómo seamos acá, podemos sentir que queremos volver a terminar experiencias, o a crecer como persona, etc. Eres tú contigo mismo. Nadie está con la balanza cuando te mueres, o te suicidas, para pesar tus acciones y decirte que te has ganado el cielo, o el infierno. Y a veces el miedo que eso genera es lo que hace que tanta gente se aferre con todo a esta vida.
Cada uno de nosotros va creando un clima emocional y un clima mental que le da consistencia a su vida, de ese clima es de lo que depende el cómo transcurra ese tiempo de Purgatorio o tránsito. Ahora veamos qué sucede cuando te das cuenta que te has muerto y lo aceptas. (a) – ves tu cuerpo que está muerto separado de ti y te das cuenta que tú eres otra cosa, que ese era tu coche. (b) – hay como un recuerdo acelerado (mejor dicho en un instante ves todas las experiencias de tu vida, que ya ha terminado, con sus efectos causales, que abren y cierran puertas) ¿Y qué serían esos “efectos causales”? que cuando ves tus experiencias, algunas te complacen por acertadas, y otras te duelen por erradas. Tendemos demasiado a juzgarnos a nosotros mismos, y desde allí también a los demás.
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