Nos creemos una especie distinta del resto de los seres vivos. En parte lo somos porque nuestro cerebro se ha ido desarrollando tanto que afecta nuestra forma de sentir, lo que somos y la manera de sanarnos. Pero por otra parte, igual que las otras especies, dependemos de la maravillosa naturaleza de este planeta, para nuestra subsistencia. Sin los minerales de esta tierra, sin agua, y sin sol, no tendríamos la variedad increíble de vegetales con los que muchos de los actuales humanos están buscando sanar sus dolencias.
Somos distintos porque nos hacemos muchas preguntas: ¿De dónde vinimos, y para qué?, ¿Vinimos con alguna misión? Todas preguntas que algunos tienen sin poderlas contestar. Y también los humanos al poder pensar y tener las emociones que esos pensamientos generan, afectamos lo que ocurre en el espacio externo. Esto nos lo explica la física cuántica al demostrar que hay un campo energético eléctrico y magnético que lo conecta todo.
Este fenómeno del campo electrónico que conecta todo, se llama “entrelazamiento”. Existe dentro y fuera de nuestro cuerpo. Porque todo lo que físicamente estuvo alguna vez conectado cuando sus partes son separadas, y aún a gran distancia, responden de igual forma a los nuevos incentivos que reciban, como si siguieran unidas. Somos “Vida” y antes del Big Bang, todo era una sola energía, y además somos parte de la tierra y los unos de los otros, y parte de todo lo que existe y también de todo lo invisible.
Todos estos nuevos descubrimientos científicos ¿Se podrán aplicar para mejorar nuestras vidas y las de quienes nos rodean? Sí, nuestros ancestros de Oriente y Occidente ya nos lo decían: Tenemos que evitar que lo externo se lleve toda nuestra atención, y llevarla hacia lo interno, nuestros sentimientos. Se valían del poder del “Mudra” de las manos en plegaria, que puestas sobre el corazón nos van creando más conciencia. Y dado que nuestro corazón comparado con el cerebro es mucho más fuerte, es desde nuestro “sentir” que nos estaremos ayudando.
Recordemos estos tres pasos. El primer paso: es comenzar a respirar más despacio. El segundo paso: es llevar la atención a nuestro corazón, esta es la señal que recibe el corazón de que algo va a ocurrir y allí comienza a enviar sus señales al cerebro. El tercer paso: es la gratitud, la atención, la compasión, el querer servir a la vez a otros, (todas emociones positivas). Cada uno sabrá que palabras usar para pedir a su espíritu lo que necesita y a la vez visualizarlo como que ya está, sentirlo como ya presente, y lo estará creando.
Seamos agradecidos por ser lo que somos, agradezcamos la salud cuando la tengamos, y cuando nos sintamos enfermos agradezcamos la creatividad y disposición que tenemos para contribuir a nuestra sanación. Nuestro ser se está curando todo el tiempo, desde que nacemos. Agradecer ha de ser siempre, la base de todas nuestras meditaciones y relajamientos.
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