Así como el sol no hace distinciones sobre a quien sí, y a quien no calentar, también desde lo Alto se nos ayuda a todos por igual. Al sentirme ayudada me siento muy querida y valorada por nuestro Padre Celestial y eso es algo que me tranquiliza, me sostiene, y me alegra mucho siempre.
Para que suceda lo que estoy buscando: curar el hábito dañino ya “cristalizado” de irme hacia adelante, que ocurre en todo momento en que desatiendo mi propósito, necesito de la ¡Voluntad!, que tiene que ver con una firme determinación, no basta solo con haberlo decidido. Algo tiene que gobernar en mí, el ego no me sirve acá, (busca lo cómodo, el aplauso), quien gobierne en mí ha de ser mi “Ser Profundo”, “el Alma”, de allí vendrá la fuerza, y esa mirada alerta y atenta.
Para que venga esa voluntad que tanto busco, necesito tiempo, mucha práctica y paciencia. Confío que con la ayuda del corrector postural, la de los médicos y expertos, la mía, y la de “lo Alto”, lo lograré. Dentro de dos días parece que ya tendré mi corrector postural y empezaré a usarlo. Tengo grandes esperanzas de que en esto también esté recibiendo la ayuda de “lo Alto”, que sea justo lo que necesito y que me ayude tanto como lo deseo. Estoy dispuesta a tener toda la paciencia necesaria para que mutuamente nos adaptemos el uno al otro. Ya lo siento mi amigo.
Mientras tanto practico lo máximo que puedo, enderezándome cada vez que me doy cuenta que mi postura ha caído nuevamente. Mis sentidos se sienten fácilmente atraídos por todo lo externo, ese perro que ladra, esos dos patitos negros nadando en el lago… Veo que en el mundo en que vivo todo está en constante movimiento, en constante cambio, y nosotros también en nuestro constante cambio, físico, emocional, mental, y espiritual, tenemos que ser muy flexibles y disfrutar de esa flexibilidad cada vez que nos damos cuenta de ella.
Pero yo me pregunto: ¿Qué hay en mí, más allá de los sentidos que se están llevando toda mi atención? Más allá está lo que algunos llamamos el “Testigo”, esa parte que nos conoce plenamente, que sabe de nuestros gustos y disgustos, de nuestra búsqueda espiritual, y no sólo de esta vida, sino de todas las anteriores. Y mientras voy escribiendo voy comprendiendo que “Testigo” y “Conciencia” son lo mismo. Ambos, “Testigo y Conciencia” se valen de nuestra atención, crecen o evolucionan con el ejercicio de la atención. Entonces el estar presentes y atentos lo más posible es la práctica que necesitamos para ser más flexibles.
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