Escribir es una manera de compartir con los seres más íntimos eso que nos está pasando, nuestros «darnos cuenta», las elecciones de vida, en fin, esos momentos de conciencia que son clarificantes y que no puedes dejártelos guardados.
Hay algo que quiero expresar de esta etapa de vida que actualmente me toca vivir, o sea de lo que voy sintiendo, pensando y evaluando, respecto a mí, a los que me rodean y a la vida misma como resultado de tantas diferentes frecuencias energéticas, que se influyen mutuamente. Esta etapa me está resultando bien interesante, muy movida y cambiante, muy sincrónica y de apertura de conciencia… ¿Y por qué la defino como sincrónica? Porque siento que vivimos en un mundo que es sincrónico, un mundo de variadas energías que se influyen y combinan, y a las que el Universo siempre responde, algunas veces no como esperamos, sino que “responde con lo que corresponde”.
Los conocidos dichos: “El Ser atrae la vida”, o “La vida es reflejo de lo que somos”, o “Cada uno es el creador de su propia vida”, quizás nos haya costado comprender, pero ya a mí, no me quedan dudas. La vida que vivo, junto a los seres que me rodean, con similares circunstancias, es vivida por uno, como terrible, por otro como placentera, o educativa, o valiosa (por la enseñanza que le dejó).
En mi caso la gran enseñanza recibida es que la mente o ego, apegada a sus creencias nos hace seres repetitivos de tal manera que asusta. Pareciera que de esto nos será imposible salir. Y allí puedo ver como el MIEDO a través de la mente, las quejas, la culpa, es el director de orquesta, el verdadero organizador de toda esta escenografía. Mente y miedo se recrean sin sentido.
¿Pero qué hacer entonces? Decidir, solo decidir, y con firmeza erradicar todo miedo que no sea real, de supervivencia, y escuchar al Alma, al Ser, al Amor, a quienes en esencia somos. !Dejarnos guiar por lo verdadero!
Y en general, hablamos demasiado, y más las mujeres que los hombres, olvidando que demasiadas palabras, impiden ese encuentro real tan buscado, impiden el vínculo entre las personas, que muchas veces se da en silencio… un encuentro de miradas, de almas que se buscan, que se reconocen en un contacto de manos, en una palmada en la espalda, en una sonrisa…
Resulta hasta bien divertido estar muy atento a la conversación que tenemos con nuestros seres más cercanos, con hijos, padres, amigos, etc. Volvemos a los mismos temas, aseveramos las mismas cosas, nos vamos tornando seres más y más repetitivos, a medida que más mecánicos y poco presentes estamos.
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