Supongo que todos queremos hacer cambios en nosotros, y es porque en el fondo, queremos ser mejores personas, (por lo menos esto veo que me está pasando a mí), y desde hace bastante tiempo. Y si quiero hacer cambios en mí, tengo que definir  con claridad, qué es lo que “deseo cambiar” y por qué es. Y darme cuenta que para que haya cambios tendré que soltar cosas de mi personalidad y rutinas a las que vengo aferrándome desde hace mucho tiempo.

Todos estamos en cambios constantes, desde que nacimos hasta que nos iremos. Entonces es fundamental que empecemos por instalar el “Observador” en nosotros que es quien nos señala nuestros errores y también nuestros aciertos, que está en constante comunicación con nuestra “Alma”,  o “Ser profundo”, y que es quien con paciencia y perseverancia nos viene indicando cual es nuestra “Misión”, qué es lo que vinimos a aprender y qué es lo que podemos enseñar.

Necesito aprender a mirar a todo ser humano, y a mí misma, como algo muy valioso, a descubrir los dones y a elogiarlos…, y eso empiezo a practicarlo en mi familia, con mi pareja e hijos, con vecinos y amigos. Todos ya nacimos con algún talento, es eso que se nos da naturalmente, que nos place hacer, y va dejando sus huellas por donde sea que uno pase. En mi caso, desde pequeña me gustaba dibujar y pintar, estudiar y era prolija y ordenada.

Educar quiere decir “sacar de adentro”, no es domesticar como se acostumbra  hacer con los animales, es descubrir los talentos del niño, y de quienes tengamos cerca, y así es como podemos ayudar y “ayudarnos” a nosotros mismos. Todos tenemos en nuestro interior capacidades y energías dormidas que no proceden del intelecto sino del corazón, y eso es lo que necesitamos hacer aflorar, para que nuestro entorno se beneficie con ellas.

Todos deseamos tener relaciones armoniosas, y la llave para eso es quererlo y creerlo posible. Empecemos prestando atención a quien tengamos cerca nuestro, no es un objeto, es un ser humano, algo valioso, con una gran potencia, (que ya existe en todos), y según como se sienta mirado, así se sentirá querido, valorado, en fin, tenido en cuenta. Y todo esto vale para cómo nos miramos a nosotros mismos, qué cosas nos decimos cada vez que nos equivocamos…

Soñemos despiertos, con fe y entusiasmo, porque los sueños razonables no inspiran a nadie, ya que eso no depende de la edad, depende de cómo nos hablemos interiormente…del lenguaje que usemos, positivo o negativo. Pensemos en grande, con el corazón, y actuemos  en pequeño, poco a poco, paso a paso, con una estrategia y convencidos de que lo alcanzaremos, con paciencia y confianza, (dos hermanas que siempre van juntas).

“Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro”. (Dijo Santiago Ramón y Cajal) Tengo que tener el nivel de inspiración y de ilusión como para estar tan comprometida para poder levantarme después de cada caída. También necesito una estrategia y una disciplina para incorporar una práctica diaria. Y cuando todos los días me voy entrenando es inevitable que se produzcan cambios favorables en las neuronas de mi cerebro.

Pero si deseo tanto ser: “la mejor expresión de mí misma”; y si siento que ese salto es posible, necesitaré salir de mi zona de confort. Veo que muchas veces el miedo me gana, encuentro pretextos, al ego le gusta tener el control sobre todo lo que ocurra, que todo responda a lo que va siendo programado, pero comprendo que deberé abrazar la incertidumbre, y que en mí debo escuchar a mi Alma y no a mí mente, que es sólo un auxiliar…