El pasado, ya pasó, se fue. El presente es eso de lo que me estoy dando cuenta en este momento, en este “ahora”. El futuro es lo que quiero que ocurra, pero aun no llegó. Todo esto no me resulta tan fácil de entender, porque este ahora que estoy viviendo es bien complejo, está lleno de vivencias, de lo que quiero escribir, de cómo hacerlo que combine con lo que pienso, y con lo ya escrito, y con el recuerdo de algún comentario de lo que dijera un amigo de un anterior escrito… Necesitaría que mi mente se vaciara, por lo menos de a ratos… Quiero volver a sentir esa quietud tan raras veces experimentada.
Yo quisiera poder vivir en el “ahora”, pero me es imposible. Mi mente saltarina, va y viene, va y viene, y no se queda quieta ni un momento. Entonces llego a la conclusión, que no importa si estoy recordando lo que paso ayer, o si me estoy anticipando a lo que podría pasar mañana, ese momento así vivido es mi ahora, y he de aceptarlo así tal cual es. Cuando voy a mis recuerdos del pasado, observo que algunos están distorsionados, no todos son tan verídicos como yo creía. Cuando cuento las historias de lo que me hizo sufrir mi hermana, me parece que agrando sus desplantes, y olvidé, ¡por completo!, lo que yo también haría…
Quise desprenderme de ese pasado doloroso, sanar esa situación, e hice lo necesario para hablar con ella después de varios años en que ya no nos veíamos. Larga historia… terminamos abrazadas, con lágrimas en los ojos, y la escuché decir quedamente: – “Entonces quiere decir que yo sí tenía una hermana…” Lo triste de esta historia es que ella tres meses después de este encuentro, falleció sorpresivamente para todos. Acá pienso que tanto nuestro pasado, el presente y también el futuro, están digitados desde lo Alto para que evolucionemos, algo que combinado con nuestro deseo de crecer, resulte ser una evolución consciente.
Creo que el futuro lo estamos generando en este presente, que lo vamos generando con lo que ahora somos y hacemos, con lo que poco a poco vamos resultando ser, producto de quienes fueron nuestros padres, cómo nos educaron, etc. Lo importante que tengo para decir: es que hemos de limpiar nuestra mente todos los días. ¿Cómo? Aprendiendo el arte de abandonar el mundo durante unos minutos, cada vez que nos sintamos cansados, que no estamos pudiendo decidir qué es lo que conviene hacer o que veamos que lo ya hecho era un error y paremos unos momentos para sentir hacia adentro.
Nuestra mente está abarrotada, (demasiado que hacer, y muy poco tiempo), eso se ha convertido en un fenómeno general, creando estrés en la vida de casi todos. Incluso tomándonos vacaciones, nuestra mente no descansa. Desde el momento en que uno se despierta hasta el momento en que nos vamos a dormir, la mente siempre está ocupada en algo. ¿Y qué podemos hacer? ¡Aumentemos el nivel de nuestra energía interna! Cuando tenemos suficiente energía y entusiasmo, somos capaces de manejar cualquier desafío. La práctica del yoga, la meditación, y la búsqueda constante del silencio interior, hacen precisamente eso: cargarnos de energía y de la alegría de vivir.
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