Vivimos en un Universo que es ordenado. Constantemente, y naturalmente todo va buscando un equilibrio, pero, me gustaría hacer un poco de historia… Hace un siglo aproximadamente, solo el 15% de la superficie de la tierra, era utilizada por los humanos para cultivar y criar ganado. Hoy, más del 77% de la tierra, (sin incluir la Antártida y los océanos) ya ha sido modificada, por los efectos directos de las actividades humanas. Entonces yo me pregunto: ¿podremos aún hacer algo? Y hay algo que dentro de mí, me responde: “Siempre se puede hacer algo”, y suena parecida a la voz de mi madre.
Yo no quiero perder las esperanzas, y confío en que aun podremos hacer que el agujero negro de la destrucción planetaria, no continúe avanzando y alcance a todos los rincones del planeta. Tendríamos que preservar grandes espacios verdes, (sin la presencia humana), así les dejamos a nuestros descendientes, por lo menos algunos pulmones, para que puedan recrear una vida más ecológica, donde todos los seres vivos y las grandes obras maestras, estén preservadas.
También quisiera recordar cómo y porqué ocurrió el primer gran cambio. Los humanos que al principio eran nómades, recolectores cazadores, seres solidarios, hará unos diez mil años, nos transformamos crucialmente, y pasamos a ser seres individualistas, sedentarios y jerárquicos, cuando ocurrió que descubrimos la semilla del capitalismo y se la utilizó como herramienta de guerra, de sometimiento y destrucción de absolutamente todo lo existente. Parece que el lema fuera “Se hace lo conveniente, caiga lo que caiga”.
Muy pocos pueden o quieren dimensionar la urgencia y la gravead de la situación en la que estamos, pero primero sería bueno ver el porqué todos somos cómplices de este verdadero suicidio colectivo. La Humanidad vivió sin industrialismo la mayor parte de su existencia. Nuestros gobiernos, yo diría que de todos los países de este mundo, no destinan presupuesto para una restauración ecológica, pero se gasta tanto en más y más armamentos con cualquier excusa o hipótesis de conflictos imaginarios y ayudas diversas, que solo sirven para mantener las guerras. Tampoco se educa bien, ni a los niños en las escuelas, ni a los grandes a través de nuestros medios de difusión.
La crisis que enfrenta hoy el planeta no habría que atribuirla a la especie humana, sino al sistema social y político, (que algunos llaman “economismo”), y a una errónea visión antropocéntrica, cuyas consecuencias directas son: la explotación indiscriminada de nuestros bienes naturales, y la explotación del hombre por el hombre mismo, (de nuestros hermanos) en beneficio exclusivo de una casta de empresarios y gobernantes, que están consiguiendo que se perpetúe en el tiempo, una sociedad totalmente desigual, injusta e insostenible.
Empecé hablando del Orden imperante, y terminé hablando del gran desorden en el que estamos viviendo. Al Orden lo podemos ver como algo impuesto desde fuera, como “autoridad”, como “jerarquía”, pero también está el Orden que tiene que ver con algo más interno o constitutivo. Si no hubiera un Patrón de “Orden” en la Creación, todo se vería como una masa sin forma, no habría contorno ni definición entre cosa y cosa. En nosotros, este Patrón se refleja en el equipo perceptivo de nuestra mente, y nos permite discriminar las impresiones y distinguir lo que se percibe afuera como uno distinto del otro. Este es el efecto del principio de Orden en la mente. Nos quedará ver, en otro momento, cómo es que distinguimos nuestros movimientos internos, que también responden a un orden
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