En mi caso yo que recién me he venido a pasar el invierno a Bariloche, que es donde viven gran parte de mi familia y amigos muy queridos siento los pro y los contra de esa decisión. Todos quieren ayudarme en todo y opinan sobre cómo tengo que vivir y en eso no coincidimos mucho y veo que a veces hasta nos cuesta llegar a entendernos y aceptarnos así tal cual somos y tal cual pensamos.

Justo hoy, hace un rato, viví una situación telefónica con uno de ellos que  me sorprendió por la manera tan opuesta que tenemos de percibir la vida. Yo demostraba una soltura respecto a tantas reglas existentes, mientras que algunos otros la perciben de manera totalmente opuesta. Ellos sienten que las ordenanzas y reglas están hechas para ser cumplidas. Yo pretendo cumplir algunas sí y otras no según como lo vaya sintiendo momento a momento. Sé que vivo en una sociedad pero quiero seguir manteniendo cierta libertad.

Creo que lo que influye mucho es la manera de  vivir y de pensar, pero además nuestras etapas e historias y circunstancias de vida que son tan diferentes que es entendible que sintamos distinto. Lo importante es que nos respetemos mutuamente y no queramos convencer al otro de cómo tiene que vivir y qué tiene que hacer pues eso genera molestias. Por lo menos en mí las genera.

Pero como a mí me gusta mucho que me ayuden y me atiendan,  tendré que estar muy atenta para no empezar a depender de ellos, porque no quiero después ser dominada. Veo además que en realidad yo y la mayoría de las personas dependemos de tantas cosas… y de lo que más dependemos es de nosotros mismos.

Dependemos de todas las comodidades de que nos hemos rodeado: del lavarropas, de la heladera, el gas y la luz eléctrica,  y tantísimas cosas más, pero, ¿por qué digo que de lo que más dependemos es de nosotros mismos?, porque tenemos nuestras creencias y formas de pensar que no queremos soltar, a las que nos aferramos y que ya nos dominan. Es muy interesante observarnos en base a cómo decidimos cada cosa. Eso es trabajo interior.

Ahora escribo sobre lo que observé en mí recientemente. Sonó el despertador y ¿qué me hizo decidir si me quedo un ratito más en la cama o si me levanto de inmediato? Está por venir alguien que no conozco a arreglarme la heladera y varias cosas  me hicieron decidir el levantarme de inmediato. No quería tener que correr, a abrirle la puerta, porque ya no lo puedo hacer. No quería tampoco que me conozca sin peinarme y toda desarreglada.

Todo eso es lo que pude observar en esta circunstancia, y anteriormente cuando preparaba mi comida para almorzar, pude darme cuenta de lo siguiente: ¿Cortaré la tarta para qué se caliente mejor? Si no la corto en pedazos chiquitos se endurecerá más y me costará comerla, y es muy probable que se queme y encima arruine mi sartencita, toda mi manera de ser y de pensar me está dominando en cada decisión que hago.

Pero también están nuestras propias necesidades más profundas, esa “Sed de Ser yo misma”, ese querer serme fiel a lo que verdaderamente vine a completar de mí en esta vida. También podría expresar esto así: “Quiero poder responder a la dulce voz interna de mi Alma o Ser Profundo que siempre está presente y me dice lo qué corresponde hacer en cada momento, pero, que muchas veces desoigo por las conveniencias sociales, sobre todo cuando tengo que decidir: ¿lo digo o no lo digo?,  o ¿Cómo se lo digo? Por eso trabajar con la atención es fundamental cuando lo que más queremos es crecer espiritualmente.