Recién recordaba una situación que me ocurrió cuando uno de mis hijos tenía tres o cuatro años, o sea hace unos setenta años. La memoria es algo increíble, olvidamos algo muy reciente, dónde dejamos los anteojos por ejemplo, y recordamos algo muchísimo más lejano, que nos aparece porque alguna emoción o pensamiento lo atrajo.
Ese día, yo me preparaba para ir al Colegio Comercial, donde daba clases, situado en la calle Albarracín, no muy lejos de mi casa. Cuando veo que mi nene está jugando con las llaves del jeep. Le pedí que me las dejes, sobre la mesa, pues eso no es para jugar; lo usan las personas grandes para manejar sus coches. Seguí con mis preparativos, y además buscándolas, pero la llave había desaparecido, y aunque en ese momento tenía ayuda que buscaba conmigo, se me pasaba el tiempo, y me estaba poniendo nerviosa pues era muy cumplidora con los horarios.
Comprendí que convendría que me vaya caminando esas diez o doce cuadras, pues esa sería la única forma de llegar. Cargué mi mochila con libros y con ágiles pasos partí. Estaba bien abrigada pues hacía mucho frío, pero no llegaba, ya estaba muy cansada, me sentía muy mal, con la sensación de que me iba a desmayar, entonces me apoyé contra un árbol de la vereda, y una señora, del quiosco que estaba allí nomás, que me vio, salió y me ofreció una tacita de té caliente, me hizo sentar, me masajeó las manos, y al ratito empecé a sentirme mejor y tan, tan, agradecida…
Estaba a uno treinta metros del colegio, llegué tarde, la celadora estaba entreteniendo a los alumnos, pero pude dar la clase. Y como de todo lo que nos ocurre, siempre podemos aprender algo, esa vez extracté, que la llave del coche no tiene que salir del bolsillo de mi campera. Pero además veo que las enseñanzas quedan atesoradas para que nos sirvan en un futuro, creo que es nuestro inconsciente, la gran computadora que las guarda.
Ahora, que varias veces por frío o cansancio, siento esa sensación de hormigueo en manos y labios, ya comprendo que es la voz de mi cuerpo, a la que siempre he de creerle, pues nunca intentará engañarme. Es la voz de la supervivencia, de la vida, que siempre quiere seguir viviendo, evolucionando.
Entonces, ahora escucho atentamente esa voz, escucho que me dice: “pretendes más de lo que puedes, tus energías ya no dan para tanto. Para, descansa, investiga cada movimiento que hagas, pues quizás puedas ser menos exigente. Tu creatividad está incrementada por tu baja energética, aprovéchala, agradécele, busca de disfrutar de tu hacer más que de cumplir con lo que te propusiste”. Espero que todo esto que disfruto escribiendo, sirva también a mis amigos que gustan de leerme, para su diario vivir.
16 agosto, 2022 a las 7:22 pm
«busca disfrutar mientras haces, más de cuando este hecho».
Esto me surgió mientras terminaba de leerte. !
17 agosto, 2022 a las 1:49 pm
Sabes Ricardo que yo busco de disfrutar mientras lo hago, y también cuando ya lo veo realizado, terminado, y hasta que puede haber quedado mejor de que cuando yo me lo imaginara.
15 agosto, 2022 a las 12:17 am
Algo paso con la edad de tus hijos…yo solo tengo 59 jajaja jajaja jajaja jajaja no ha forma que haya Sido hace setenta años…. pero si…el cuerpo siempre siempre avisa
17 agosto, 2022 a las 2:06 pm
Sí Edel, es así tienes 59 y ya para mí tienes 60 años, pues tiendo a redondear, y como tu hermano nació algo más de un año después que vos, tiendo a pensar que son, dos, y como él ya tenía unos cuatro años mis redondeos me van dando 65, y como allí cuando escribo, pretendo dar una idea del veloz paso del tiempo, ya llego a los casi 70 años. Seguramente a vos ya te debe estar empezando a pasar que para algunas cosas redondeas los años pasados.
14 agosto, 2022 a las 4:02 pm
Al igual qué vos ,siempre me exigí llegar a horario, sufría si algo surgía. ..una vez me paso llegar 15′ tarde ,a un turno médico, y qué pasó: recibí un llamado de atención, puesto que la Dra. Era muy exigente . Sabes que me salvó?
«La risa»
Abrazos!
17 agosto, 2022 a las 2:11 pm
Si, Sonia, es así a veces la risa es uno de nuestros recursos, pero otras veces puedes elegir disculparte, o dar explicaciones. Esta vez tu comentario llegó muy bien. Cuando puedas coméntame en un mensaje telefónico, cómo hiciste.