Después de la tremenda situación vivida con los incendios, donde tanta naturaleza fue destruida, donde bosques, animales y personas murieron, verdaderamente siento que yo soy una privilegiada, que si bien perdí dos casas, esa donde yo vivía, con todo lo que allí atesoraba, y la casita de mi empleado, ambos tenemos esta “Casa de Retiros”, donde provisoriamente podemos vivir, tener nuestra independencia, arreglarnos y acompañarnos.

Me siento infinitamente en deuda por mi cuerpo, por el conocimiento recibido, por la familia paterna, y por la que, ya adulta, yo misma, junto a mi marido pudimos crear. Me siento en deuda con  mis hijos, que cada cual a su medida, y como cada uno puede, me ayudan con mis compras, con el Banco, con mis traslados, porque al no poder manejar, constantemente tengo que pedir ayuda, cosa que también a veces me solucionan mis queridos amigos.

Y qué gran cosa es tener buenos amigos, esos que yo llamo: “mis amigos de toda la vida”, amigos de más de cincuenta años, presentes en todas las circunstancias, las buenas y las malas… Pero también están los amigos más recientes, personas conocidas, que se acercaron ahora, por el incendio, y que me preguntan qué necesito… Y si lo que pido es que me traigan de Bariloche a Bolsón, tenemos dos largas horas de conversación que nos acercan y amigan.

Descubrí la gran solidaridad humana, que por esta circunstancia y a esta avanzada edad pude vibrar a tal punto, que al contarlo me conmuevo… Entonces, ¿Cómo no sentirme en deuda, por el camino que pude recorrer, por los tropezones que también tuve, y que resultaron una enseñanza? Y agradezco mis continuos deseos de aprender de cada paso dado, para después poder enseñar a otros, (actualmente mi servicio), así escribiendo o conversando…

Siento que el abrazar la vida en su totalidad es un “despertar”, que así como es la Vida es como un bosque salvaje, donde crece de todo, y que los problemas comienzan cuando empiezo a querer darle forma de “Jardín podado”, lo que significaría, que me sigue importando sobremanera la “opinión externa”, que estoy siendo “perfeccionista”, y que tengo que trabajar internamente aún más, pues mi vida seguirá trayendo de todo, de !TODO!

Si quiero sentirme libre, tengo que estar viviendo el “ahora”, todo el tiempo. Eso me permitirá estar en equilibrio, sin inquietudes por el futuro, o por mis equivocaciones del pasado… Respondiendo al presente, sin pereza y sin negligencias, concentrándome al cien por ciento en mis acciones, para así poder influir en ellas, y poder también estar satisfecha de haber utilizado todo mi potencial, sin inquietarme por los resultados de lo que haya decidido hacer.

Una cosa es lo que mi mente, junto a mi “yo pequeño”, (que incluye a mi ego), me hacen contarles en este momento, y otra muy distinta es lo que últimamente vengo sintiendo… Cada vez me noto con menos energía, todo me cansa más, y me ocupa más tiempo… más esto de no tener mi casa, ni saber al cocinar, dónde buscar el ingrediente… Además estoy anti-coagulada, y recién un mínimo corte en un dedo no paraba de sangrar, pues acá no encontré ni un mísero curita, y eso me llegó a desesperar…