(Basado en las enseñanzas de Sri Sri Raví Shankar)

Mirando hacia atrás nuestra vida nos parece un sueño. Hagamos lo que hagamos, antes o después, todo esto desaparecerá. Vivamos relajados, entregados, sonriendo y riéndonos de nosotros mismos. Nada hay para hacer, todo lo hace la Mente Grande. Al mundo le da igual si yo estoy viva o si muero, nada cambia si yo desaparezco. En el contexto mundial somos menos que las hormiguitas son para nosotros. Recordemos que somos la Mente Grande, que formamos parte de ella.

Tú has elegido todos los acontecimientos de tu vida, sean ellos agradables o desagradables, a veces te has sentido feliz y otras infeliz. ¿Y qué? No vale la pena tomar la vida tan en serio, la vida es un juego, y bien divertido. Es puro teatro, es maravillosa así tal cual es. Cuando te despiertas, habiendo soñado, si había sido agradable o desagradable, no es importarte, ya te has despertado y sabes que sólo había sido un sueño. ¡No analices más el sueño! “Dios” significa estar despierto.

En los sueños,  ¿qué sucede? Se liberan  de la mente, ciertas impresiones del pasado, y puede haber también algo de intuición, algún pensamiento acerca del futuro, una premonición, el sueño se rompe no bien despiertas, y analizarlo es una pérdida del tiempo. Este momento presente, el “AHORA”, es lo valioso. No lo pierdas. Algunos temen ser castigados si cometen una mala acción, pero Dios es todo amor, es como una madre que no pierde de vista a sus niños, y se mueve siempre tras ellos.

Será bueno que aprendamos a tomar la vida como un juego, algo para divertirnos. Yo ya sé que yo soy Dios, y tú sabes también que tú eres Dios, juguemos… Al venir desde ese nivel de consciencia no hay nada que enseñar. Solo hay que Ser. Es lo que nos dice Dios cada día: “Lo estoy haciendo todo. Ven a sentarte conmigo un rato. Eso es suficiente, ya que tú y yo somos uno. Y esto es el amor. Lo que haga falta lo haré a través de ti. Tú solo deja de existir” Este es el diseño de todo.

Yo creería que ya aprendí: Para vivir el “Ahora”, ante todo, he de relajarme, entregarme, y escuchar la voz suave que desde muy adentro de mi Ser profundo, me guía, me conduce, y me sostiene… La escucho, una tenue sonrisa se dibuja en mi rostro, es de felicidad. Poder sentirme conectada a esta profundidad es indescriptible. Recién, paseando con una amiga, pude comprender que todos los humanos somos diferentes, nos atraen cosas diferentes, y que todo eso responde al programa de la Mente Grande, o Dios.

De la caminata volví cansada físicamente, y decidí recostarme un rato. Enseguida me sentí muy bien y me dispuse a hacer otras cosas. Pero cuando algo me estresó emocionalmente, eso solo lo equilibro con la respiración, porque la respiración y las emociones están íntimamente ligadas. Algunas veces, durante la noche me desvelo, por querer resolver algún asunto, en general sin importancia, y allí es cuando recurro a mis poderosas técnicas respiratorias que oxigenan todas mis células.