Sí, esto ya todos lo vemos diariamente, casi podríamos decir que no hay dos personas que vivan de igual manera. Yo estoy queriendo definir cuál es mi forma de vivir, y tampoco encuentro que nombre le pondría a mi vida. Pero hoy escuché una voz interna que me decía: “Diana, deja de esperar lo inesperable…”. Me quedé pensando un rato, y recién entonces comprendí: Tengo un amigo muy querido, que hace muchos años se enojó conmigo, por algo de lo que yo nunca me sentí culpable, pero veo que sigo esperando que algo ocurra en nuestra vidas, algo que quizás, no tenga que ver con ninguno de los dos, sería una especie de milagro.
Creo que todos ya nacimos con muchas capacidades en embrión, las cuales deberíamos ir desarrollando a través del ejercicio, de la práctica. Entonces esperar que, la solución venga a través de un milagro, no sería lo más aconsejable. Todos nacimos con capacidades de todo tipo, las hay corporales, mentales, emocionales y espirituales. Tendríamos que usarlas, porque a través de la práctica en nuestro diario vivir ellas se irán desarrollando. Y cuando no encuentre la solución a mi problema, he de silenciar el parloteo incesante de mi cabeza, para poder escuchar la voz del Alma o Maestro Interno, que habla constantemente, y podré ver un panorama más amplio.
Mi Maestro Interior me dijo: No te preocupes por lo que te pasará después, enfócate en este preciso momento, en este presente. Trata de ver quién en ti es el preocupado; ¿De qué tienes miedo, e intentas escapar? Pues si hay temores, eso proviene del ego. Tienes que enfocarte en algo positivo, hacer algo que te guste, que te entusiasme. Esa fue una gran ayuda, pues hizo que vuelva a mí, que me enfoque, que me centre. Y como yo ya sé que la vida de todas las personas cambia de manera tan inesperada, continuamente, pude comprender que nos va pasando eso que necesitamos que nos pase, para aprender lo que tenemos que aprender.
Debido a nuestra forma de ser, o personalidad, nos acercamos a ciertas personas y nos alejamos de otras, y así formamos “relaciones”. En nuestras relaciones, creamos una manera de funcionar, y con cada cual, en general, suele ser algo diferente. Esa forma, es creada entre ambas personas. Podemos ver que muchas veces, nuestra expresión, gestos y mímica, no coinciden con lo que decimos y verdaderamente sentimos, y eso es porque el subconsciente, manda sobre lo que sentimos y la mente sobre lo que decimos. Hay que tener la capacidad de ver que es lo que nos dicen la actitud y los gestos de las personas con las que nos relacionamos.
Así como nuestra emocionalidad es una manifestación del inconsciente, nuestra personalidad es un paquete de valores instalados en los 7 primeros años de vida, a partir de enseñanzas y actitudes de padres, maestros, amigos, y el tipo de sociedad, en que fuimos criados. Al crecer y hacernos adultos, todas las situaciones que nos tocan vivir, y nuestra forma de resolverlas, nos siguen formando. Por eso no debemos extrañarnos de la enorme diferencia que hay en nuestras formas de ser, de tomar las cosas que nos suceden, y de vivir. Lo que pasa es que no nos animamos a ser auténticos, francos, directos, y esto es lo que nos hace ver y decir cosas diferentes a lo que percibimos y sentimos.
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