¡Qué pretensión! me dice una vos burlona, dentro de mí… – Y yo le contesto: – Sí, es una gran pretensión pero iré paso a paso, comprendiendo lo más simple, lo que voy pudiendo. Sé que tengo que empezar por allí para llegar a buscar el equilibrio interno, dentro de mis diferentes potencias, y ya intuyo que ese equilibrio que busco está en “Todo”, tanto arriba como abajo, en el Macrocosmos como en el Microcosmos, afuera como adentro… He encontrado información al respecto de donde extraigo lo que mi mente va comprendiendo, cada vez que afirma: “Así es”
“La energía del Universo es neutral, atemporal, y carece de dimensiones. Nuestra creatividad y capacidad de reconocer patrones es lo que relaciona el Macrocosmos (mundo externo de ondas) con el Microcosmos, (mundo sólido de cosas). “Nada Bramha” para el Budismo significa: “Todo es vibración, el universo es sonido”.
Debido a que todo cambia continuamente, nunca podremos ver algo en su totalidad. Una flor es un constante intercambio de información entre el macro y el microcosmos. Recibe su información del sol, del aire, la lluvia, y la tierra. Un mundo de energías entra y sale de esta cosa que llamamos flor.
Es nuestra mente la que crea la dualidad, (Yo y el otro; La vida y la muerte; El valle y la montaña). Cuando está febril, agitada, o apurada crea la confusión. Cuando la mente está en calma hay una sola fuente de vibración, que no ocurre en mí, sino a través de mí y de todo. Somos los ojos con los cuales la Creación se observa a sí misma. Así como creamos nuestros sueños, donde cada parte somos nosotros mismos, así también ocurre en la vida real: Cada uno y cada cosa de nuestras circunstancias, somos nosotros mismos. Aunque nuestra mente no lo pueda aceptar…
Hay una única Conciencia, que mira a través de cada ojo, debajo de cada cosa, y dentro de cada partícula. La ciencia se acerca al umbral entre la conciencia y la materia. El ojo que observa ese campo primordial y el ojo que nos observa, son uno y el mismo. ¡“Yo soy aquello”!; ¡”Yo soy”!
La Cimática es el estudio del sonido visible. Si observas verás cómo la vibración organiza la materia mediante ondas repetitivas o patrones. El agua es una sustancia altamente impresionable que puede recibir y retener la vibración debido a su elevada resonancia.
Agua y tierra vibrante constituyen la “masa” de la mayoría de las plantas y animales. Cuando agregamos almidón de maíz al agua, las vibraciones sonoras lo convierten en lo que parece ser un organismo en movimiento. Para los Incas, el cuerpo humano era “tierra viviente”.
La Naturaleza exhibe un impulso fundamental hacia el equilibrio: “Shiva”; y otro hacia el cambio: “Shakti”. Heráclito, (filósofo 500 años antes de Cristo) se refirió al “Logos” como el origen de toda repetición, patrón y forma; principio inspirador divino que impregna todo el universo. Para el sufismo el “Logos” está en todo, pues es “Aquello” de lo cual lo “Inmanifiesto” se manifiesta. Para el Budismo el cosmos entero danza al ritmo del tambor de Shiva. Todo está impregnado con su pulsación. “Logos” también significa Verdad inocultable.
Al meditar, al observar tu mundo interno, a medida que la mente se enfoca y se concentra más, te conectas con las energías más sutiles y te vas liberando del apego a las formas externas, que son transitorias. Ese campo vibratorio es la raíz común de todas las religiones. Ya no puedes hablar de “mi religión”. Al meditar vamos perdiendo la “individualidad” y nos sentimos formando parte del “UNO” o del “TODO”
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