Todos querríamos vivir en un mundo de puro amor y felicidad, pero si bien, creo que una humanidad consciente podría lograrlo, pareciera que aún no hemos alcanzado ese nivel. Muchas veces, en nombre del amor, sentimos, hacia nuestros contactos más cercanos, a veces celos y otras veces envidia… o los admiramos, pero también los criticamos… Y me pregunto: ¿Por qué siento celos? O, ¿Por qué tengo envidia y tantas fluctuaciones? Ahora te contaré lo que a veces a mí me pasa.
No quisiera tener tantas fluctuaciones pero es lo que vengo sintiendo. Manteniendo mi centro y observándome, veo que “no soy estable”. También veo que en este mundo no hay nada permanente, en más o menos tiempo todo se deteriora y termina desapareciendo… Recién antes de sentarme a escribir, estando en mi rutinaria caminata de cada mañana, al saludar a mi gran Coihue amigo, allí le pedía su fuerza, su firmeza y su estabilidad, y de repente comprendí que él también desaparecería.
Acá, viviendo en medio de tanta vegetación virgen, a veces siento que necesito alguna compañía, que no me basta con mis dos gatitos, que aparecen solo en sus horarios de comida, pero entonces, o me siento a compartir con todos Uds., o justo, aparece mi ayudante, y allí es cuando más me veo, admirándolo, o criticándolo, y en definitiva no comprendiéndolo… ¿Cómo hacer para ver completa a la persona con quien estoy? Verlo así, tal cual va siendo, aceptarlo, comprenderlo, eso sería amarlo.
Pero en nombre del amor, siento que para poder decir “Yo te amo”, tendría que no sentir celos ni envidia, pero aparecen, y sin el permiso de mi YO más profundo. Sentía celos, por ejemplo, antes cuando vivía mi marido, si con alguna de nuestras amigas él se encontraba, muy risueño y entretenido, siendo que en otros momentos, yo me sentía muy segura de nuestro mutuo amor. Y actualmente, si uno de mis hijos demora y demora en venir a visitarme, pero dedica tiempo a sus trabajos y diversiones… siento que esa nostalgia está mezclada con celos a sus intereses..
Y es raro que yo sienta envidia, pero a veces, la siento, siendo que, materialmente, tengo todo lo que necesito para vivir tal como lo desee… Así, no envidio a nadie, pero, respecto a mi trabajo interior, a veces envidio a personas a las que a la vez admiro, por su constancia, su calma, y su presencia. Esta envidia podría, en cambio, ser mi inspiración, para ocuparme de tener un “centro más permanente”, agradeciendo la presencia de quienes me rodean, pues somos todos células de la misma humanidad, y nos atraemos mutuamente.
Ese agradecimiento por el sólo hecho de estar viviendo en este planeta, ese estar sintiendo todas estas emociones tan cambiantes, el tener tantas sensaciones, sobre quien estoy siendo minuto a minuto, y toda la creatividad que se necesita para resolver las situaciones que la vida me va presentando, más la increíble mente que cuando va unida al sentimental corazón, son todos dones que se nos ha dado a los seres humanos, para que “en nombre del AMOR” los usemos, brindándolos a toda persona que aparezca a nuestro alrededor.
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