Está nuestra salud física, pero también necesitamos cuidar nuestra salud emocional, y la salud interior. Ambas se influyen mutuamente, tenemos varias interdependencias. Nuestra actividad diaria, nos produce sensaciones de todo tipo, tanto placenteras como desagradables, entonces vamos tras todo lo que nos gusta y nos parece beneficioso, mientras que rechazamos lo que nos disgusta. ¿Cómo hacer para aceptar a la vida con todo lo que ella nos trae, o sea, ser ecuánimes? Ser ecuánimes, sería como andar en la cuerda floja sin caerse. Necesitamos encontrar ese equilibrio, poder mantenernos, o fluctuar  en el centro, sin irnos a los extremos.

La actividad constante de nuestra mente, es la causa de todos nuestros  problemas y desdichas. Es fundamental que aprendamos como silenciarla por momentos. Para ello necesitamos tener una disciplina espiritual, algo donde nuestra mente, (que es como una enredadera), tenga donde apoyarse, para seguir creciendo. Sería ir proporcionándole el material que deseamos que trabaje. No sentarnos a ver las noticias en la TV, pues no es algo que nos traiga salud… Por ejemplo, en este momento al elegir escribir acá, y dedicar todo este tiempo para esto yo siento que no solo me hago un bien a mí, sino también a quienes me leen…

El gusto es relativo, educable y adaptable. Si bien pude educar a mi gusto para sentir que el vinagre es un buen reemplazo de la sal, en todas las comidas, incluso en postres, en estofados, y en pescados… puesto que varios médicos, al tomarme la presión, me dijeron que debo dejar de comer hasta el menor rastro de sal, y con eso la presión se me normalizó. Pero no consigo desacostumbrarme de preferir lo dulce, sabiendo que lo dulce produce adicción. Por lo menos pude eliminar el azúcar blanco, que además de ser adictiva nos roba el calcio de nuestros huesos, tratando de recuperar lo que químicamente le quitan cuando la blanquean…

Comprendo que es necesario que me eduque en un amplio sentido, si lo que busco esencialmente es SALUD. Estudiar y escuchar a los que saben, (no digo a científicos) pero si a médicos y gastroenterólogos, para comprender qué es lo que nos hace bien y qué mal, y por qué. Atender a la sabiduría del cuerpo que, a través de la intuición de un sabor o un determinado aroma, me puede estar diciendo que necesito comer algo que tenga “eso”. A veces el cuerpo no pide algo, sino que rechaza lo que no es bueno para él. Si alguien me invita a comer un helado, o poner hielo en mi vaso, mi cuerpo enseguida se frunce todo diciendo: !No, gracias!

Y la otra cosa que hemos de cuidar, son las relaciones, pues lo que dijo o no dijo, o lo que hizo o no hizo, y si cumplió o no, es lo que más suele alterar nuestra tranquilidad mental, y por lo tanto nuestra salud. Hay personas que corren todo el tiempo, ávidos por hacer más y más cosas, lo que pasa nunca les alcanza, y están siempre insatisfechos. Pero en aquéllos seres que están tranquilos y felices, sus mentes se aquietan por momentos, y no necesitan nada más, el tiempo allí se detuvo, y su mente también. Podemos disfrutar de ambas cosas, correr y aquietarnos, ya que la vida así lo regula: más activos en la juventud, y más contemplativos en la vejez.