(Resumen del PDF de Emilio Carrillo, con agregados propios)
En este nuevo sendero cuidemos de no confundir el valor de algo con su precio y en lugar de querer competir, dominar y controlar, (yo soy quien tengo la razón), tratemos de sentir con el otro, escucharlo, ver lo que le pasa, acompañarlo… Y hay algo más, todavía: no hemos de perder en ningún momento esa mirada interna, introspectiva para poder tender una mano amorosa a ese otro que fui, soy o seré. Necesitamos morir a una forma de vida para nacer a otra distinta y eso es momento a momento, eso es presencia.
La disidencia consciente nos pide morir a esa forma de vida que ya se está desmoronando, basada en el pequeño yo, y a nacer a otra distinta, la que nos corresponde crear, de instante en instante, desde la práctica cotidiana de lo que realmente somos.
Esta es la única y verdadera “re-evolución”. Se trata del “Nacer de Nuevo”, la “Resurrección en Vida”, a la que nos invitó Jesús. Esta es la semilla que cada uno hemos de sembrar para que nazca una nueva humanidad.
Vivimos en un huracán de magnitud aceleradamente creciente, que se manifiesta en esta vida, que es tan cambiante y de circunstancias distópicas, (las que hoy experimentamos). Las que vendrán, serán más bruscas y densas. Debemos ser conscientes al respecto y, sin miedos, recordar que todo tiene su sentido profundo.
No intentemos huir de tamaño huracán. No es posible, pues su envergadura es global y azota al planeta de punta a punta. No tenemos a dónde correr, en consciencia nos corresponde situarnos en el centro del huracán –donde no hay viento, la temperatura es cálida y los cielos están despejados- y, desde ahí, sacar lo mejor de nosotros mismos para ponerlo al servicio propio y de los demás. ¿Cómo posicionarnos en el justo centro del huracán y sacar lo mejor de nosotros mismos? La respuesta a esta pregunta nada tiene ver con la teoría y el conocimiento puramente intelectual, si en eso se queda. Ni con rituales, ceremonias, o invocaciones, ni con el amplio muestrario de técnicas que nos ofrece el supermercado espiritual. No. Nada de esto. Lo que se precisa nos exige un verdadero compromiso con nosotros mismos, con los demás y con la vida toda. Se trata de una práctica constante, instante tras instante, permitiendo que nuestro Ser se exprese.
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