Ya ha pasado más de un mes desde que a mí me evacuaron pues empezó el fuego en la montaña. Después me avisaron que el fuego cruzó el río, y que se quemó mi casita y la de mi empleado, y el galpón de los caballos. Allí decidí irme a Bariloche. En este momento, quise volver, pues consiguieron salvar la “Casa de Todos” o casa de los retiros…; Y entonces ya estoy radicada en una pieza de la gran casa, tratando ante todo de aceptar que lo que pasó, ya pasó, y que sería bueno poder extraer, algún aprendizaje de todo esto.
Andrés está en otra habitación, y compartimos la cocina, turnándonos en nuestros horarios de cocinar y de comer. Todo, me resulta nuevo, distinto de lo acostumbrado… Últimamente estoy teniendo muchos alojamientos, todos diferentes, y uno tras otro, y me está costando adaptarme. Ahora acá llueve finito todo el día, y por el momento más incendio parece que no habrá!!!
Mi resiliencia está empezando a agotarse. Nada me resulta fácil, todo está viniendo con algún problema. Por ejemplo en los trámites para los subsidios, hoy me entero que sólo me darán los 30 millones para una casita, no dan para dos, y que ya los tengo en el Banco Patagonia, pero cuando vamos al Banco, resulta que allí el dinero no llegó que volvamos a la oficina de subsidios, y así vamos, y volvemos varias veces, y entonces me agarro fuertemente, a “la soga de la buena voluntad” que ponen todos, queriendo ayudar a los pobres damnificados…
En esa «soga de consuelos», (como la llamo), están Gimena y Andrés, mis dos ángeles que me cuidan, está mi hija, y todos mis amigos y conocidos que se preocupan queriendo saber como estoy… Ahora ya descansé un poco, escribiéndoles, y enseguida tendré que preparar mi cena, (necesito cumplir con mis nuevas rutinas), pues después le tocará cocinar a Andrés. Él come solo carnes y pan, yo como solo verduras, cereales sin T.A.A.C. y frutas… No podemos compartir nuestras comidas.
A veces me pregunto, si en la experiencia que venimos a realizar, cada vez que bajamos a este planeta, algunos seres tenemos desafíos más grandes que otros, dada la mayor capacidad de comprensión, aceptación, desapego y resolución, lo que nos permitiría transitar más conscientemente que otros… Siento que a través del camino recorrido desde muy joven, estoy en ese grupo… Y que en lo que llamo “mi soga de consuelos” es probable que intervengan otros seres, de otros planos no terrestres, que hacen que a último momento, pase lo que pase, yo pueda encontrar al final, (porque lo busco), algo para agradecer. Y también esa LUZ para intuir las causas y lo que es necesario hacer para que ocurra una evolución, y no una involución en este planeta.
Una amiga me dice que el nombre que me pusieron mis padres: (Diana), significa: “Aquella que tiene claridad”, y quizás eso es lo que me lleva a querer alumbrar a todos mis conocidos y contactos. Cuando busco desesperada esa “soga de consuelos”, algo me hace recordar que tengo que poder parar mi mente pequeña, (pegada al ego miedoso), para poder escuchar la voz de mi Alma, al entrar en ese espacio interior, cuando hago silencio… Eso me permite que pueda encontrar esa gran LUZ, que nos ilumina a todos constantemente, que nos cuida y nos conduce, para que aparezca de nuevo en mi cara, la sonrisa perdida.
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