Sí, somos creadores de nuestra salud física, emocional, mental y espiritual. Una pareja de amigos muy queridos estaban pasando un muy mal momento. A él querían despedirlo de sus 30 años de trabajo en una gran empresa sin indemnizarlo y al no poder aceptar eso se estaba enfermando. Su esposa le decía: “por no perder tu trabajo vas a perder tu vida”. Vayámonos a vivir a tu ciudad natal, puedes cuidar a tus padres que te necesitan, y allí abrimos un negocio y nos dedicamos a restaurar muebles viejos, algo que a los dos nos gusta hacer. Hace tres años de esto, hace poco los vi, están felices, es increíble el negocio que tienen, y las cosas que hacen y lo felices que se ven.
Para mi salud intervengo de muchas maneras: decidiendo que comeré, cómo estoy emocionalmente mientras lo como, y que haya pensado en qué ingredientes ponerle para que sea más nutritivo y apetitoso… También influiré en mi salud en general según sea el ambiente en el que viva, el tipo de vida que lleve, las personas con las que me rodee, el contacto que tenga con la naturaleza, los ejercicios que haga, el tipo de entretenimientos que tenga, etc.
En 1994 la ciencia nos demostró que en el corazón existen 40.000 células o “neuritas sensoriales” conectadas con todos los órganos de nuestro cuerpo. Estas células piensan, sienten y actúan como lo hacen las del cerebro, pero son más rápidas y eficientes que ellas. Corazón y cerebro, son dos órganos separados que hacen en conjunto una fantástica red neuronal que cuando es activada nuestro sistema inmunológico trabaja mejor, podemos intuir, conocer o escuchar a distancia, etc.
Las investigaciones actuales indican que estamos profundamente conectados a todos nuestros órganos, y también al mundo externo. Si queremos un cuerpo saludable es muy importante que sepamos que todo lo que afecte a una parte afecta al resto. Necesitamos aprender las técnicas para facilitarle a las “neuritas” que puedan comunicarse entre sí. Las “neuritas” son los apéndices de las células del corazón y del cerebro, que crecen y se alargan para poder contactarse. Deberemos practicar esas técnicas hasta que se vuelvan nuestra segunda naturaleza.
Toda nuestra manera de resolver situaciones se traduce en química de nuestro cuerpo. Esto no es inmediato, toma unas 72 horas (3 días), que nuestras señales viajen, que todas las “neuritas” se desarrollen, queden comunicadas y nuestras emociones lleguen al cerebro y a todos los órganos. Al unirse las neuritas crean esa química que empieza a sanarnos. Atender y sentir los propios sentimientos, estar presentes y poder ver cómo elegimos responder a cada circunstancia, ya eso es lo que nos sana. En esto no hay errores, hay un aprendizaje de que próxima vez se puede resolver de otra manera.
No todo ocurre como lo deseamos. El otro día mi vecina me pidió que la acompañe a escuchar a las “Narradoras de cuentos”. Tenía una enorme alegría. Desde la mañana me estuve preparando y eso que el evento sería a la noche. Hacía mucho tiempo que no tenía una salida cultural de ese tipo y más donde una amiga contaría uno de los cuentos. Pero con el fuerte viento que se levantó, el evento se suspendió. Ya teníamos las entradas, así que avisarían para cuando lo pasan. Esperar y aprender a vivir con lo impredecible fue mi aprendizaje.
Deja una respuesta