Me refiero a hijas e hijos, amigas y amigos, (que podrían ser mis hijos y algunos hasta mis nietos). Siento la necesidad de esta comunicación, y dada las distancias físicas con algunos, o la falta de tiempos para el encuentro, con otros, elijo ésta como la mejor manera para este momento. Además, si surge esta necesidad acá, probablemente también esté allá.
Cuando entre dos personas, hay una real comunicación emocional, con palabras o sin ellas, hay un intercambio energético que resulta nutritivo para ambas. Lo noto claramente en mí, se manifiesta como una profunda alegría, parecida a la que se siente cuando uno ha saciado su hambre física.
En la medida que todos trabajemos internamente buscando ser “una mejor persona”, de la manera que sea, la que cada uno haya encontrado como la que más se adapta a su situación y entorno general, más plenas resultarán nuestras relaciones.
Todos tenemos hábitos de todo tipo, instalados tan firmemente, que nos quitan libertad y quisiéramos erradicar. Pero, ¿Cómo hacerlo? Ese es el tema de hoy, lo que estoy trabajando en mí, y que nos ayudaría a todos si pudiéramos compartirlo.
Para sacar hábitos y creencias tenemos que “limpiarnos” (física, mental y emocionalmente) sin escatimar esfuerzos, pues cuando creo haber logrado algo, aparece nuevamente al menor descuido. Es un trabajo con la atención, que no termina nunca. Conviene enfocar un hábito por vez, hasta que el nuevo hábito que pongo en el lugar del que elimino, esté tan instalado que lo elija cada vez por el disfrute que me genera. Ahora, por ejemplo, ya no quiero hacer algo más a medida que como, elijo sentarme con mi plato y solamente comer, aun cuando mi mente me siga proponiendo posibilidades tentadoras.
Permanecen estructuras muy oxidadas dentro de cada uno, que nos envuelven y asfixian, que están anudadas y hay que desatar, eslabón por eslabón… Ya por sólo verlo, allí algo más se suelta, y empiezan a aparecer la alegría interna, y el agradecimiento con atisbos de libertad. ¡SOLTAR!, eso es lo que tenemos que practicar para no apegarnos a nada. Me apego a creencias, maneras, reconocimiento externo, a ser querida, reconocida, y valorada, etc. y así más felices estaremos… Necesitamos aprender a “Soltar”, a “Dejar ir”, y no es por el otro, es por uno mismo. Para poder “Dejar ir el juicio”, el castigo, la culpa, será a través de la compasión.
Necesitaremos observar nuestras partes negativas. Transitemos por el camino de la evolución. Desapasionamiento, (sin febrilidad), es el primer paso. El segundo paso es cuán centrado eres capaz de mantenerte. Estamos limitados por tanto deseo de disfrute. ¡Soltemos Todo! No seamos esclavos de nuestros propios deseos. Al final somos infelices por lo que tenemos, (lo pueden robar) e infelices por lo que no tenemos, (me falta, carencia) No sabemos escuchar verdaderamente, ni a otras personas, ni los mensajes del propio cuerpo. Nosotros ya somos el placer, ¡no lo busquemos afuera!
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