Todos andamos corriendo tras la felicidad, pero sin saber qué es realmente. Buscar el ser reconocido o aprobado por los otros no nos trae felicidad. Hay gente, que sin tener casi nada, disfrutan de todo, ayudando e inspirando a otros. Me pregunto: ¿de dónde ha sacado la fuerza, o cuál es el motor que hizo que una persona que nació y fue criada en un ambiente infrahumano, pudo llegar a doctorarse y formar una familia, ejemplar en todo sentido, más que meritoria?

Comprendí que una “mente dispersa”, (esa máscara tras la cual nos estamos ocultando) es la causa de todos nuestros males, (estrés, enfermedades, des-conformismo, infidelidad, incumplimiento y depresión) y de que además, hagamos infelices a nuestra familia y a quienes nos rodean. Nosotros generamos unos 75.000 pensamientos por día, y si la mayoría de ellos son negativos, repetitivos e inconscientes, podemos fácilmente imaginarnos el resultado.

De un presente de semejante calidad pasamos a un futuro de miedos, que nos angustia, y eso es producido por el ego, que es quien está comandando a nuestra mente. Sé que mi vida podría ser muy diferente, si cada día al despertar, luego de haber tenido un sueño tranquilo, sin preocupaciones ni altibajos, abriera mi ventana, mirara la belleza de ese amanecer, inspirara con deleite el aire húmedo y quizás perfumado de la mañana, y agradeciera este nuevo día a vivir.

Pero para que esa propuesta pueda ser realidad, he de levantarme con el tiempo suficiente para poder desayunarme tranquila, y salir hacia mis quehaceres diarios sin tener que correr. El apuro haría que pierda el contacto de lo que pasa a mi alrededor, que reniegue ante el mínimo impedimento que me aparezca, y que entonces mi sistema inmunológico ya no pueda cumplir debidamente con sus funciones, y mi cuerpo proteste, haciéndome sentir mal, descompuesto.

Es el servicio por los demás, de manera incondicional, unido a la fuerza potente del corazón, lo que logrará que esta magia se despierte y se logren cambios profundos en las personas.  Al poner en práctica esta nueva manera de ver la vida, regresamos a lo que es nuestra esencia, contactamos nuestro Ser Esencial, y cumplimos nuestra misión en este mundo que es  disfrutar del sólo hecho de estar vivos, y así ser felices. Es importante tener en cuenta que el servicio es algo que se despierta en uno.

Así empezamos a experimentar una vida con más sentido, significado, plenitud y alegría. Nuestras herramientas son vivencias, que al repetirse de continuo se hacen propias, y surgen luego espontáneamente. Cuando realizamos cualquier acto de amor que tenga una intención de alegrar o beneficiar a las demás personas, (en lugar de ignorarlos o criticarlos, que es lo que en general hacemos), estamos actuando realmente desde el corazón, y traspasando a la mente.

Recordemos de hacer una práctica diaria para cambiar el temor por el amor, basándonos en el corazón, el amor y el brindarnos. Tendremos que dar los siguientes pasos: 1) – Eliminar todo pensamiento cáustico, negativo y destructivo. 2) – Cuidar la Palabra para que ella construya y no destruya. 3) – Dejar de juzgar por las apariencias y aprender a escuchar. 4) – Perdonar para poder continuar. 5) – Soltar los apegos a creencias que no nos dejan fluir. 6) – Servir desde el corazón, dando lo mejor de sí mismo a los demás, y sin esperar recibir nada a cambio. 7) – Disfrutar de la vida tal cual llegue, apreciando y agradeciendo lo que se tiene. 8) – Adaptarse con facilidad al cambio, encontrando en él una oportunidad para crecer, y entendiendo que con ello el espíritu se engrandece y evoluciona, haciendo que se quiera actuar en beneficio de los demás.