Quiero revisar cuánto me conozco realmente, pues desde que nací y lloré por primera vez, (al llegar a este mundo), estoy en relación conmigo misma, pero así como mi cuerpo fue cambiando, esa relación fue y seguirá cambiando… También en lo externo todo cambia, la vida me presenta, una tras otra, situaciones que agradezco y otras que me estresan, y yo, como persona, a veces estuve enferma, aunque en general sigo pudiendo mantener mi salud. Entonces son mis vivencias lo que revisaré, para conocerme mejor.
Ya en mi juventud, la vida me pone en una situación tal, que me llevó a preocuparme siempre de mantener una salud en equilibrio. Creo que tendría quince años, cuando, fuera de las enseñanzas del colegio, yo aprendía lo que era ser responsable de la propia salud, al decirle a mi madre, que yo me cocinaría mi comida, para salir del tremendo estreñimiento que tenía, y sin tener que tomar tantos laxantes, que es lo único que al médico se le ocurría darme. Y es así como desde entonces soy vegetariana.
Nosotros no somos sólo un cuerpo físico, tenemos también un cuerpo mental y otro emocional que se influyen mutuamente. Necesitamos conocerlos, tener una relación con ellos. Por ejemplo: mi cuerpo físico me dice que deje de escribir quiere moverse, escuchar la música, y guiar él los movimientos… que le pida a la mente que no se meta… he comprobado que eso me estabiliza emocionalmente. Cuando mi cuerpo se estira, yo inspiro y al relajarme exhalo, el cerebro genera endorfinas, y a mí esto me resulta de un placer total.
Pero no todo nos ha de resultar placentero. Busquemos de mantener nuestro centro, no irnos a ninguno de los dos extremos. Los momentos alegres vienen y pasan. También vienen momentos tristes y también pasan. Todas estas emociones y trastornos siguen sucediendo en la vida, pero hay algo en uno, que no se ve afectado por todo esto, es un “testigo”. El verdadero objetivo en la vida es aprender a aferrarse a ese “observador”, que nunca se altera. Ahí es donde podemos sentirnos imperturbables, satisfechos, puros y claros.
Si me siento en equilibrio, es porque mente y corazón se están entendiendo. Pero este equilibrio, que es normal, se rompe cuando las circunstancias, no están coincidiendo con lo que espero. Esa desilusión me saca de sintonía, rompe mi equilibrio, pero por suerte no suele durar mucho. Sin embargo se manifiesta en el cuerpo como un pequeño estrés, que deja sus consecuencias. Lo que metabolizamos no es lo que nos pasa sino cómo lo vivimos: como “algo tremendo”, o como “algo a resolver”.
Ayer estuve charlando con una amiga, y observando a la vez, lo que me pasa con ella. Hay a la vez un aprecio y un rechazo a su manera de hablar, con tantas quejas, con una manera tan negativa de ver las cosas… Quisiera ayudarla a ser más positiva, y no encuentro cómo. Ella tiene muchas cosas positivas, es muy servicial, y no entiendo cómo puede ser negativa a la vez. Comprendo que no me queda otra que aceptarla así tal cual es, sin querer cambiarla, pues hay una razón para todo, y ésta es que ambas venimos de ambientes totalmente diferentes.
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