Es tan amplio este tema que me cuesta elegir como empezar. Este es un mundo, cuya esencia es el amor. El amor y la gratitud hacen que en nosotros, el sistema nervioso y el endocrino trabajen mejor. Al acostarme por la noche, me ejercito en una experiencia sensorial, repaso mis vivencias del día para encontrar las que me hacen sentir agradecido. Por ejemplo agradezco el tener la salud que tengo, la persona que soy… mi familia, así tal cual es, y en lo material, todo lo que tengo, no lo que no tengo, no lo que me falta…

También a la mañana, al despertar me tomo unos minutos, aún acostada, para repasar mis propuestas, y cómo acomodarlas según el clima, y los imprevistos que pudieran aparecer y noto que esto me llena de energía, que me prepara para la actividad. La práctica de la noche, me parece que me relaja, que descanso y duermo mejor. Puedo tener algunos malestares, dolores, olvidarme de los nombres de personas y de dónde dejé algo que recién tuve en la mano, pero sonriendo me digo: “son normales en la edad que tengo…”

Los seres humanos tenemos dos tipos de mentalidad: “Mentalidad de escasés”, basada en el miedo a que me falte, que me roben, etc., y “Mentalidad de abundancia”, basada en la cooperación y la confianza. Este mundo es abundante, recibimos del sol, de las plantas, y más, y más. Tenemos no solo cosas sino experiencias y podemos sentirnos “ricos” en ellas. Gente de gran poder económico se enferma por el miedo de que le roben. Y gente, que llamamos “pobre” es feliz al  darse cuenta que tiene mucha gente a su alrededor, que lo ama, lo aprecia.

Es muy importante analizar el tipo de relaciones que tenemos, qué nos mueve a acercarnos o a alejarnos de alguien… Puedo hablar de mí: con ciertas personas siento una afinidad o empatía, quizás me siento atraída por su personalidad: su sonrisa, su franqueza, los temas que comparte, en fin, habría muchas cosas para mencionar. Con otras me doy cuenta que hasta me provocan un rechazo, no siento nada de lo que dije anteriormente. Como en general controlo mucho mis tiempos, relaciones muy lentas, por ejemplo, no me interesan.

Muchos siglos atrás los griegos ya sabían que según fuera la relación entre médico y el enfermo, la respuesta del sistema nervioso ayudaba a la cura o no. Dado que los médicos tienen la vocación de curar, de ayudar, es necesario que sepan y practiquen una relación diferente con sus enfermos. Y los que no somos médicos, podemos ayudarnos mutuamente, con sincero agradecimiento, expresar el cariño, decir te quiero, sonreír, o con un mínimo toque de comprensión, de compasión, pues todo eso pertenece al amor.

Nuestra psiquis, (mental-emocional), influye sobre nuestro cuerpo, que es material. Saber esto no deja de asombrarme. Cuando nos sentimos felices y completos, estamos ayudando a nuestro cuerpo a que funcione mejor. Entender cómo funciona nuestro cerebro, puede ayudarnos a entender cómo la psiquis, cura o enferma al cuerpo. Y cuando ya dominamos estos asuntos, se nos abre la intriga por lo que es más sutil que lo mental, todo lo espiritual. Y ya dentro del ámbito espiritual, aparece nuestra “Misión de vida”.