Pareciera que para la eutonía los huesos son más importantes que los músculos. Ambos son importantes; la estructura ósea puede descansar en el piso y puede mantenerse erguida, de pie o sentada, por la acción de pequeños músculos internos que rodean las vértebras, y no por la acción de los grandes músculos dinámicos exteriores. Si lo que buscamos es obtener un “tono parejo” en todo el cuerpo, el alumno tiene que tener una clara sensación del volumen de cada hueso y de todos los músculos vinculados a cada uno de ellos. Y eso no es tan simple de que ocurra.
Hay que desarrollar una sensación real del interior de la cápsula de cada articulación, para no permanecer fuera del propio cuerpo. En general podemos imaginar bastante bien los huesos, (por nuestras clases de anatomía), pero nos llevará tiempo incorporar estas otras sensaciones dentro de nuestro espacio corporal. Dado que todos los músculos que están vinculados a un hueso, tienen el mismo tono, eso produce el equilibrio de tensiones que es necesario para que el movimiento sea armónico.
“El reflejo postural” es un reflejo básico en el ser humano. Es un acto inconsciente que acciona en el momento en que los pies se afirman en el suelo, por acción del propio peso. En cambio “el contacto”, en eutonía, es un acto consciente de una persona. Este mismo tipo de reflejo, puede ser activado desde cualquier otra parte del cuerpo, (manos, codos, isquiones) si se empuja desde esta parte contra una resistencia, (piso, pared, o contra otra persona). Ya que esto moviliza, principalmente, los músculos profundos del esqueleto, los que no se pueden tocar desde afuera, salvo el “gran cuadrado lumbar”, que va desde la pelvis hasta las costillas inferiores, y que sí, alcanzamos a tocar.
Para incorporarnos y permanecer de pie, sólo deberíamos usar la musculatura profunda. La gimnasia tradicional se apoya en fortificar los músculos exteriores de la espalda y el estómago para mejorar la postura, lo cual reduce nuestra capacidad respiratoria. “El reflejo postural” es una línea de energía que existe desde nuestro nacimiento, y que se inicia en la planta del pie que es la que soporta nuestro peso. En la posición sentada el reflejo se produce desde los isquiones y va hacia adelante a través de las dos ramas de la pelvis, hasta arriba del pubis, cosa muy importante para el apoyo de los órganos internos, que si no, quedan descolocados.
“La línea alba” no es una línea imaginaria, sino que es bien real, es la línea en que se unen todos los músculos abdominales. Es un tendón elástico muy resistente que proporciona un apoyo flexible hasta el extremo inferior del esternón. El esternón participa de otra línea de transporte que empieza en las manos, pasa a través de los brazos y llega al cuello y al esternón, uniéndose por medio de los cartílagos con cada costilla y sus articulaciones con las vértebras dorsales. En la posición sentada, si nos inclinamos hacia adelante, conseguimos mejor apoyo, pero siempre que nuestros pies se apoyen paralelos.
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