Me observo en varias vivencias, y veo que mi cuerpo, en la duda oscila, hacia uno y otro lado, como que una opción estuviera hacia la izquierda y la otra hacia la derecha. Los ojos parecen buscar las posibilidades para acá y para allá, aun cuando para pensar suelo cerrar los ojos.
El cuerpo me es mucho más fácil de observar que mi mente. La mente en general no me da opciones, está segura de lo que me dice, es como que hiciera un dictado de lo que está escrito en algún lado, y yo me pregunto: ¿Será que en la memoria tenemos escrito todos los acontecimientos que nos han ido creando nuestras situaciones de vida?
Cada uno de nosotros somos seres únicos e irrepetibles que tenemos fuertes convicciones, (nuestras creencias); que creemos saber cómo son las cosas, y ese convencimiento es el que nos mantiene fijos en el mismo lugar, impidiendo nuestro crecimiento como personas, quitándonos libertad.
Tenemos tanto para aprender que yo siento que es un pecado quedarnos fijados en lo que sea que creamos, hay mucho espacio desconocido dentro nuestro. Recién ahora la ciencia está contándonos cómo funciona nuestro cerebro pero; ¿Nos hemos preguntado alguna vez cómo es nuestra relación con el infinito?
Miremos hacia adentro, hacia lo que sentimos y buscamos en esta vida. “Yo, por ejemplo, quiero ser feliz, ser pacífica, amorosa y servicial con todos”. Para ello necesito ya haber aprendido que la felicidad ocurre en el momento presente, no en un futuro, porque es un estado interno y no algo que uno pueda buscar en tanta cosa externa que nos ofrecen.
Para ser pacífica amorosa y servicial, he de aceptar a los otros así tal cual son, y al eliminar todos los juicios, me acepto también a mí misma y quedo en paz. Y para ser amorosa y servicial, en lugar de “exigir” he de “dar amor”, sin poner condiciones, y preguntándome cada vez: ¿Qué puedo darles, que ellos estén necesitando? Amor es dar, no tomar.
Nuestra sabiduría interna, que está radicada en nuestro corazón y no en nuestro cerebro, es nuestra guía interna, a ella debemos preguntarle, una vez que reconocemos cuánto hay que no sabemos. Todo el Conocimiento ya está en nuestro interior. Por ejemplo: si lo que quiero es saber cómo puedo curar una enfermedad que me preocupa, primero he de relajarme muy bien y para eso la práctica respiratoria y meditativa diaria nos ayuda muchísimo. Allí estaré preparada para escuchar esa voz sabia.
Cuando queremos salud, pongamos primero el foco en toda la salud que sí tenes, y no solo en la que nos falta. Empecemos agradeciéndola. En vez de por qué estoy enfermo, pues mis errores en la forma de vivir son la causa, necesito preguntar a mi Maestro Interno: ¿para qué estoy enfermando? Acá tengo tanto para investigar y analizar que me llevará a la próxima entrada.
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