A veces me pregunto: ¿Cuánta gente estará, en estos momentos, agradeciendo estar viva? Y quizás me respondas: “Pero qué quieres que agradezca cuando acá todos compiten, se pelean, arman guerras para poder vender armas, y piensan que tener un gran patrimonio, es ser una persona más valorable y meritoria. Por más que busco y busco, no encuentro nada para agradecer…”
Recuerda que tu verdadera naturaleza es ser parte del Universo, de la Divinidad, pues en esencia todos somos purísima energía vibratoria, co-creadores de este mundo. Y la energía es algo que está, que es, que no nace y no muere… Esa energía puede vibrar con ondas agudas y muy rápidas o con ondas casi planas y lentas. Y allí está la diferencia, de lo que sentimos, pensamos, y hacemos; entre vivir agradeciendo o quejándonos.
Y ahora me gustaría entrar en el tema de nuestras rutinas, y distinguir entre: (1) – las que establece nuestro cuerpo, y (2) – Las que establecemos con la mente. Yo tengo rutinas de estas dos tipologías. Las (1) responden a los ritmos de la naturaleza, (cuando se hace de noche queremos dormir, con la claridad despertamos, a medio día necesitamos alimentarnos). Las (2) responden a todo lo que deseamos hacer y tener, y pueden ser muchas rutinas.
Veamos las rutinas que ha establecido mi cuerpo. Son las menos cambiantes, y están en mí desde mi niñez, pues mi madre era muy ordenada con los horarios de nuestras comidas. Yo soy virginiana, mi naturaleza ya es de ser ordenada y prolija, y ahora con los muchos años vividos, esa naturaleza se ha hecho muy demandante. En este momento estoy escribiendo, pero ya sé que en veinte minutos, dejaré esto para ir a calentar mi cena.
Las rutinas establecidas por mi mente son más cambiantes. Ahora quiero esto pero al rato quiero otra cosa, pensando que podría mejorar mi vida. En ese sentido me encuentro teniendo que elegir, entre dos propuestas, que se superponen. Ejemplo: pronto será la hora de cenar, tengo que preparar una salsa, pero viene una amiga a visitarme, charla y charla sin parar, hasta que me animo a decirle que tanta charla me cansa, me entiende y se va.
Ya comprendí que si compito conmigo misma, progreso, compitiendo con otros, me debilito. La rutina de caminar cuando no haya sol y no haga mucho calor es una competencia conmigo misma para que mis músculos sigan respondiendo, y ha ocasionado que tenga que levantarme muy temprano, y para eso he de acostarme no bien oscurece, y (ahora me sonrío), dejo acá pues ya es la hora de calentar mi cena. Seguiré mañana.
Otra rutina salvadora, es la de hacer mi práctica de yoga sentada, y la de meditar diariamente. A veces no puedo hacerla, cuando despierto a la mañana, pero entonces tomo el compromiso conmigo misma de hacerla al levantarme de mi siesta. Para entrar en meditación generalmente necesito hacer respiraciones tranquilas y profundas procurando escuchar el sonido del silencio; se para el ajetreo mental, hay disfrute, y me ayuda cuando quiero dormir, si me desvelo.
Deja una respuesta